2006/12/29

Mi primer Quijote



Regalitos de la feria


Si algo disfruté de la pasada feria del libro (noviembre) fue mi rol de mamá promotora de lectura a tiempo completo. Sebastián no sólo me acompañó a recorrer módulos y espacios, si no que se convirtió en el compañero de bautizos y presentaciones de publicaciones que gente muy querida tuvo el placer de coordinar o crear, de personas con las que tuve el inmenso placer de trabajar, amigos, conocidos, Irenela, desde el pabellón infantil, o Diana y su emotivo encuentro.

Claro que no todo fue un cuento de hadas. A Sebastián le aburrían horrores algunas “imágenes inmóviles”. A veces, después de agarrar algún libro para curiosear -que en mi ingenuidad daba por sentado que lo había seducido- me preguntaba de manera inquisidora: “¿Y esto no trae DVD?”. Acto seguido se marchaba en actitud triunfante con el flaco a los espacios musicales. No obstante, a mi niñito índigo tecnológico le pareció maravilloso encontrarse con textos como Chumba la cachumba, No se aburra, Rey rollo o Matilda, por mencionar algunos que forman parte de su historia como pequeño lector.


El año cervantino


Aunque la lluvia amenazó algunas de las andanzas por el complejo ferial, encontré ofertas, lanzamientos y material para el postgrado. Entre esos afortunados encuentros di con un libro precioso, motivo de este post: Mi primer Quijote, ilustrado por Mingote y publicado en el 2005.

El IV Centenario abrió el abanico de todo un año de publicación y producción para versiones, recreaciones, exposiciones y estudios sobre la obra cervantina, en especial sobre el Quijote. Tuve la increíble, irrepetible, inconmensurable e inolvidable oportunidad, durante un soleado abril de 2005, de ver imágenes del Quijote de manos de Doré, Picasso, Daumier y Dalí en La Pedrera, recorrer algunos de los puntos de la ruta quijotesca, visitar museos temáticos: celebrar al Quijote, pues. También tirité de frío en el puerto barcelonés donde se recrea la feroz y decisiva batalla contra el Caballero de la Blanca Luna, en la que el héroe es finalmente vencido. Para quienes leímos El Quijote con Ernestina Salcedo, la más mística y dulce de todas las profesoras ucabistas, el hidalgo nunca más nos fue indiferente, y siempre volvemos a él. Reímos hasta el absurdo, sufrimos espasmos al tratar de adentrarnos a los recovecos de la prosa cervantina y lloramos por los pájaros hogaño. ¿Como no transmitirle entonces a mi hijo la más maravillosa de las historias sobre un “enderezador de entuertos” a él, que felizmente cree en superhéroes?



Edgar Colmenares, en su Aventura lexicográfica del Quijote, afirma que

asumimos que (el quijote) es un tema que, como competencia activa, debe formar parte del background de cualquier estudiante o cualquier investigador que formalmente se acerque a los predios cervantinos y a los dominios del lenguaje, de la literatura y del arte en general y que, además, conscientemente, asuma la correlación que, también de hecho, existe entre el hombre y su momento histórico social. En la vida, y el lenguaje, la literatura y el arte son modos de expresar la vida, es imprescindible una permanente conjunción entre los principios que lo fundamentan y la praxis que de ellos se genera cotidianamente.


Uno de los atributos más hermosos de esta obra es al mismo tiempo su mayor obstáculo para seducir lectores: el lenguaje. Por ello, las recreaciones surgidas a propósito del IV Centenario apuntaron a un Quijote más leíble, eso sí, sin alterar la esencia y estructura de la narración. En este caso, las versiones buscan enamorar al lector e invitarlo a que una vez conocidos los intríngulis de la historia, se mida con el hidalgo en lo que sus páginas encierra. Nada como leer el Quijote en su estructura y contenido original, aunque este esfuerzo no sea nada fácil. Un ejemplo de este puente hacia la obra de Cervantes es Mi primer Quijote, del autor José María Plaza. El texto, que respeta la estructura original de los 52 capítulos que componen originalmente toda la primera parte, busca acercar a lectores jóvenes y adultos a la obra original. Tarea nada sencilla y valiente, por supuesto.

Mingote, el archiconocido dibujante, humorista y miembro de la Real Academia Española desde 1987, ilustró también un Mi primer Quijote, otra “primera lectura”, esta vez concebida para niños. Un libro álbum sirve de espacio para la narración sobre este dúo dinámico compuesto por Quijote y Sancho, contando con muchísimos elementos, personajes y recreaciones de la obra en sus dos partes. Ahora, este feliz hallazgo provoca risas y preguntas en un atento Sebastián; confieso que me conmueve la cercanía que puede sentir mi niñito telemático estimulado por héroes omnipotentes, robóticos y cyber estelares hacia personajes que cabalgan en rocines flacos y asnos para impartir justicia en el mundo. Esa es la fuerza de historias y personajes universales.

Mi primer héroe soñador apareció -gracias a mi mamá, por cierto- a los siete años: un niño lleno de color y encanto que viajaba gracias a los cometas, se cuidaba de los baobabs y tenía una inmensa responsabilidad sobre volcanes que limpiar, mientras amaba a una rosa. El resto es historia.

2006/12/28

Seducir a nuevos lectores



Entre las falsas profecías del cataclismo editorial figura, sin duda, la “muerte” del libro.

El libro, compendio físico inestimable, de volumen considerable o escuálido, es para algunos un objeto de colección, teñido de pretensiones románticas; un “aburrido” espacio de encuentro monocromático donde el único recurso telemático es la imaginación.

Frente a la lista interminable de artilugios, adminículos y gadgets innovadores que “facilitan” el encuentro y un proceso de lectura más “cercano” y multimedia, sigue el libro encabezando la conocida polémica donde los unos preconizan su desaparición en aras de desarrollo tecnológico y los otros plantean la necesidad imperiosa de cambiar, evolucionar o crecer, ser y parecer algo más que un libro.

Captar, seducir, fomentar, promover lectores no es tarea fácil. Los usuarios cambian, cambia el lenguaje, cambian las historias, aparecen modas y el discurso semiótico atenta contra el “esfuerzo” de imaginar, comprender, interpretar y aprehender. Entonces el libro no puede escapar a la disyuntiva de adaptarse o desaparecer.


Experiencias en el aula

Durante casi toda mi vida docente he trabajado con tercera etapa. Interactuar con pre adolescentes (con hábitos de lectura deformados o prejuicios) no es sencillo, pero conocer aunque sea por aproximación su imaginario es vital para captar a esta audiencia, de la que se puede aprender no poco, por cierto.

Si algo es inaceptable para mí es la pretendida idea de que los manuales de Literatura parezcan compendios enciclopédicos y las palabras deban tener carácter de sentencia, sin posibilidades de interpretación o confrontación (a veces de significación, incluso).

Antes del boom reciente de las editoriales de ampliar y consentir a sus usuarios e invadir aulas con contenidos sensoriales, poéticos, ensayísticos diversos y atractivos ajustados al currículo, me tocó enfrentarme hace algunos añitos con muestras editoriales sin revisiones o actualizaciones, anquilosadas y prescriptivas.

Podría contar muchas experiencias de aula en consecución de objetivos que lograron convertirse en aprendizajes significativos. Recuerdo un par de promociones de primer año de ciclo diversificado donde el nivel de lectura era bajo, los chicos eran (¿?) dispersos y los proyectos científicos acaparaban su esfuerzo y su atención, lo que me colocaba en desventaja, por supuesto. Nos tocaba “enfrentarnos” en ese momento con narrativa latinoamericana y la saga de los Buendía. Antes de tratar de someterlos a una lectura que exige un considerable esfuerzo por parte de un lector desprevenido, decidí apostar en primer lugar por otra muestra más “sencilla”; la inolvidable novela de amor y misterio Del amor y otros demonios, leyenda inspirada en la marquesita de La Sierpe y de quien el Gabo tuvo noticia, adaptando luego la historia al dominio de su impecable realismo mágico.

A los chamos les encantan las historias de amor, vampiros, el relato fantástico; esta muestra llenaba todos esos requisitos, envuelta en una narración breve y cargada de humor y misterio. Luego de ese abreboca, la comprobación de lectura suponía más que un acto de interpretación memoriosa: implicó leer, degustar, relacionar e identificarse con contenidos y niveles de la historia, conocer al autor, opinar. El Gabo se convirtió en favorito para mi pequeña audiencia, sin duda.

Durante el 2005, tiempo ha de aquel encuentro, tuve la feliz experiencia de compartir con cursos en los que la exigencia de contenidos era mayor. Recuerdo con especial cariño la labor de mis alumnos y alumnas de segundo año del ciclo diversificado al conocer la literatura decimonónica y contar con Noches de pesadilla, una antología de cuentos de terror como material idóneo para realizar estudios de intertextualidad. Contar con catálogos de ofertas editoriales facilita la tarea tanto del docente como del alumno. Creo firmemente en que hay que enamorar al alumno de la literatura y de la lectura, pues un contenido de la materia que no resulte seductor o críptico puede alejarlos de la experiencia lectora para siempre.

El principal escollo de este tipo de encuentros felices es que en su mayoría los chicos se resisten a consultar el diccionario y prefieren someterse a una percepción errónea de contexto antes que “investigar” sobre la acepción exacta del término en la lectura que realizan. Sin hablar de la seducción del celular, el msn, Internet, el iPod, y cualquier herramienta que no implique concentración ni esfuerzo y que resultará siempre más atractivo, fácil y cercano. Ahí entra otra vez el docente con su espadita de papel bajo el brazo. Hay que convertir al diccionario en aliado imprescindible, así como hablar, referir y aconsejar sobre libros en un sinfín de invitaciones a leer para quienes fungen de auditorio. No entiendo a veces como existen profesionales que esperan “actitudes lectoras” en los demás si menosprecian el acto literario, la creación escritural o peor aún, a pesar de los esfuerzos por denominarse “escritores” “poetas” y aparentar una profundísima sapiencia, no leen. Esta contradicción siempre se hará evidente, por más palabras yuxtapuestas o giros rebuscados. Y los nuevos lectores son implacables, por cierto.

Supone entonces una tarea primordial acudir a herramientas esenciales alternativas como lecturas, simulaciones, películas, diccionarios, muestras artísticas, viajes culturales y biografías, así como de la disposición del docente como guía y reflejo de lo que afirma, no en su antítesis. Conocer de todo, reflejar lo que dice, contar con lo que cuenta.

2006/12/20

Erzsébet Báthory, la seducción de un vampiro (y II)


Gracias a la oportuna intervención de la troupée invisible, no puedo dejar de reconocer que también hay vampiras dignas de mención y recreación. Este es el caso de Erzsébet, la condesa Elizabeth de Bathory, recordada como la "condesa sangrienta" por allá en el siglo XVI.



Inteligente, delicada, noble y culta, Elizabeth es la más celebre de las vampiras registradas en la historia. Algunos autores presumen que existe un vínculo familiar entre ésta y Vlad Tepes, el Drácula del post anterior.



Como no les quiero aburrir contando documentadas versiones sobre la hermosa condesa, acá les dejo algunos links (qué maravilla la inmediatez de la Internet) para que lean un poco más de vampiros y algunas reseñas historiográficas sobre la chica en cuestión.



Aclaro que no creo en muchos de los componentes de la historia, pero como toda narración enriquecida por la oralidad, tocará acudir a Homero, si es que éste existió.



Para leer y sonreír, porque para saber está el bagaje y unas cuantas lecturas... no precisamente en la Internet.


Vampiros (tó lo que quieran preguntar)

http://www.moheweb.galeon.com/indexvampiro.html


Algunos vampiros famosos (inteligencia, requisito indispensable)

http://usuarios.lycos.es/enriquebaruch/Famosos.html

Wikipedia (información básica y necesaria)

http://es.wikipedia.org/







La seducción de un vampiro



Blogeando por la blogosfera me encontré con la nota de Juliana sobre el castillo Dracul y su posible compra por parte del concejo municipal de Brasov.

Como si de inconsciente colectivo se tratara, y enamorada sin protesto de las producciones decimonónicas, guardo un lugar especial para la literatura fantástica y las narraciones inscritas en lo real maravilloso. Luego, me resultan indispensables las historias sobre vampiros y el imaginario infinito de lo vampiresco, por supuesto. Para adelantarme a las preguntas, sí, si creo que los vampiros existen, sólo que lamentablemente no todos se parecen a Gary Oldman o resultan seductoramente irresistibles.

Desde el Castillo de Polidori, pasando por Coleridge, Gerard y Gautier hasta el Drácula de Bram Stoker, muchas son las características, historias y facultades que se le asignan a este ser de la nocturnidad. Una vez que Stoker publica su novela, una verdadera eclosión vampiresca aparece en la literatura del XIX y el cine de principios de siglo XX.

Muchas pueden ser las razones que podría argumentar y poco contribuyen a la discusión sobre el atractivo literario de un personaje como este. Lo que sí es cierto es que la figura del vampir seduce, aunque no haya sido creado bajo el estereotipo del seductor, sino como un ser con ansias de poder y sin escrúpulos.

El vampiro se encuentra en un límite borroso entre realidad y fantasía. Según Hernán Esteban Gómez (cómo no acordarse de ti, Maestro) ese estado de “duermevela” donde no sabemos si soñamos, dormimos o alucinamos es el umbral para que ingresen ciertos seres de existencia dudosa, con poderes sobrenaturales y de los que no guardamos certeza ni probar su inexistencia. Si a esto sumamos en la experiencia lectora: histeria, maniqueísmo, chismes, supersticiones, recato, valores de la sociedad victoriana y enfermedades como la esquizofrenia, el plato está servido.

Aunque cierto es que el Conde Vlad es un héroe nacional por la resistencia a la invasión otomana, su carácter despiadado y la práctica de empalar a sus enemigos para amedrentar a los invasores que le aventajaban en número, lo convirtió en el punto de partida para mitos relacionados con su crueldad y una afición por la sangre, lo que inspiró más de una leyenda de consumo y sadismo con el vital líquido.

Aunque el Drácula de Stoker presenta una confluencia de mitos asociados a distintos personajes ficticios como el hombre lobo y las brujas medievales, sin duda éste representa al personaje más atractivo del inframundo, emisario del plano donde vida y muerte conviven y el tiempo es sólo un artilugio para invadir la realidad y modificarla, transgredirla.

Particularmente, creo que la peli de Coppola cambia la visión del vampiro conflictuado y enfermo de poder para pasar al plano de las emociones, convertirlo en el seductor que atraviesa los océanos del tiempo para buscar a su amor, Mina. En el metalenguaje del filme podemos ver las asociaciones simbólicas de la sangre y el momento histórico e ideológico en que se recrea la historia a través de recursos estéticos, enfermedades como sífilis, promiscuidad y animales asociados al vampiro, como ratas, insectos, murciélagos y zorros, entre otros.

Una de las escenas que más me conmueve es la cita clandestina aderezada con Ajenjo donde se ven fluctuando glóbulos y alternan las declaraciones de amor y recuerdos que fluyen como si de una memoria arquetípica se tratara y que retrotrae el recuerdo en esencia del amor. Sin hablar de la sensualidad (ojo, lo sensual en sentido estricto) que genera el roce con el lobo, summum de la esencia de lo nocturno, lo salvaje y la belleza. Podría dedicar un post a Drácula de Coppola y vitorear la actuación de Waits, o referirme a vampiros imprescindibles, como el Nosferatu de Murnau o el apasionado Bela Lugosi. Otra de mis tareas pendientes, sin duda.



Vampiros del alma

Sí, Si existen. Creo que es inevitable encontrarse con ellos, (ojalá tuvieran algo de literario o poético, pero nada que ver) y reconocerlos no es tan difícil, una vez que te has enfrentado y superado a un bichito de estos. Son los que viven sólo para que tú los mantengas con vida, te esfuerces, se lo hagas más fácil y no tengan que realizar ningún esfuerzo: parejas, amigos, familiares o compañeros de trabajo, los vampiros se reflejan en el espejo, aunque no tengan alma, pues necesitan agotar la tuya hasta encontrar a otra persona que acepte sus reglas.
La seducción inicial da paso a un proceso de succión de energía, dinero, ganas. El desgaste es indetenible y no hay devolución. Los vampiros del alma pretenden ocuparse de ti, recordarte que están al acecho, insisten en hablarte, recordarte épocas pasadas, aún cuando decidiste dejar de ocuparte de ellos, quitar los espejos y cambiar de casa.

Se niegan a crecer, por eso quieren llevarte consigo a su tiempo detenido, sin futuro.
Como reza un diálogo de Damage: “Los lastimados somos peligrosos, pues sabemos, tarde o temprano, superar la crisis, seguir y sobrevivir”.
A veces es necesario pasar por el encuentro con un vampiro de estos para entender que el esfuerzo, las ganas, los proyectos, son 50-50, o sea, ganar–ganar.
Sin embargo, me encantaría contar con un Radio Vampiro Internacional y un Capa Nostra, a lo Vampiros en la Habana.
Sobre la imagen: Gary Oldman, conde Vlad anacrónico en las calles in tenebra de Londres.

2006/12/19

Ignatz y Krazy Kat a la criolla





Aunque me esfuerzo en seguir pautas de convivencia, algunas de éstas trascienden cualquier espacio de acción compartida, pues viven en mi cotidianeidad y tienen raíces difíciles de zanjar. Convivir no es fácil, aunque tiene su encanto vivir el día a día y tratar de romper con hábitos, tradiciones, contradicciones y paradigmas.

Luego de resolver las cosas inherentes a la rutina, en nuestro refugio cae la noche y procuramos crear una atmósfera de paz “negociada”. En este micro hábitat cabe el “apagar los celulares”, condición que, por supuesto, la mayoría de las veces no cumplo. Si hay algo activado de manera explícita en mi vida, dentro y fuera de mi casa, es cumplir con el “estarás allí” para las hermanas, los amigos y las amigas, a pesar de los regaños absolutamente fundamentados de la contraparte.

Érase una vez…

La historia es un strip con matices y pequeñas variantes, pero respetando la misma estructura. Conocemos detalles y seguimos la novela aunque la transmisión no sea diaria. Voces ininteligibles y llorosas refieren que fulanito otra vez se arre&%$ porque fulanita no le dijo que después de la ofi se iba a un brindis, y que eso se tiene que acabar, que ya no aguanta más, él me pega, pero me quiere y bla, bla, bla… Y creo que esta vez sí se acabó

Mafalda (Sí, esa) dictaminaba que la telenovela argentina era una sucesión de historias interpretadas por los mismos actores pero con distintos papeles, aunque cada serie contara con variaciones argumentales y un capítulo “final”; estructura similar a esta rueda de la fortuna que implica tener una pareja. Hoy me toca a mí ser la ofendida, mañana eres tú la víctima, yo el 800-ayuda, tú la que tiene siete años de casada y sabes cómo se bate el chocolate y deberías escribir una guía para el respeto y la autoestima en el marco de las relaciones bilaterales del matrimonio. Sí, somos así. Podemos generar unas cadenas de solidaridad más duras que mármol a mis quejas o podemos quebrar la confianza de alguien con “soltar” un tímido comentario.

No obstante, creo que es un error craso el andar contando y recreando cada peleíta o escollo comunicacional. Primero, porque más gente de la cuenta se entera, y luego, no hay pareja que soporte tal repertorio de talk show como si se tratara de un programita de Antena 3, sin hablar del cansancio que produce calarse esa llorona todos los días, so pena del más contundente divorcio amistoso (o sea, de las amigas).


Las comiquitas, las novelas tipo “Los ricos también lloran”, “Cristal”, “Candy”, “Marco” y pare de contar nos j… sin remedio. Indefensos tragamos toda la distorsión posible de las emociones y vivimos buscando al maluco de Terry hasta hace unos añitos. Conozco a chicas que aún sueñan con ser Candy, aunque hace tiempo que dejaron el colegio y no aceptan que Terry no existe.

Krazy Kat

Krazy Kat es el mejor ejemplo del maltrato y la autoconmiseración en el esquema de las relaciones patológicas más comunes en el mercado. No sé si la recuerdan, pero la historia se centraba en tres personajes: Krazy, inicialmente un gato de sexo indeterminado, pero en las versiones menos antiguas, con rasgos más femeninos, parecía una gatica regordeta y tontica. Su antagonista, amor imposible e ídolo era Ignatz Mouse; mientras que un perro bulldog fungía de policía y arrestaba a Ignatz, y amaba en secreto platónico inmutable a Krazy: Offisa Pupp (el oficial Pupp), no se rendía jamás, aunque supiera que Krazy sólo tenía ojos, cabeza y palabras de amor para el pequeño e irritable ratón.

Al principio confieso que no sabía por qué ese ratoncito le arrojaba ladrillos a la pobre gata loca. Después entendí que Ignatz estaba preso en una cárcel (Coconino County, que, aunque no lo crean, queda al norte del estado de Arizona, donde se ubica el Gran Cañón del Colorado). Peor aún, supe que no amaba a esa gata abnegada de voz agudísima y que finalmente le importaba un bledo maltratarla. Y esa era una comiquita que me hacía reír a lo grande…

La trama es simple, aunque contara con variaciones. La gata adora al ratón, y espera pacientemente que salga de la cárcel para demostrarle su amor. Éste, desesperado, le lanza ladrillos a la gata para alejarla, pues no la ama y es en naturaleza un criminal. Sin embargo, ella cree que estos ladrillos son pruebas irrefutables del amor. Luego aparece el bulldog y vuelve a encerrar al ratón. Y otra vez la misma historia.

El que esté libre de gatas locas, que lance el primer ladrillito

Ni hablar de Candy, Marco y el resto de etcéteras del que no escapa el imperio Disney. Qué temprano nos enseñaron el despecho y la versión más melodramática del amor. Desaprender puede resultar más arduo que aprehender otras versiones del mismo tema. Y sin embargo, a veces falta mucho para que las parejas se den cuenta que la relación no funciona o hay algo que cambiar. Creemos que el amor lo soporta todo, cuando eso es un mito tan arraigado como el que una vez que alguien abandona, engaña o maltrata, no lo hará una segunda o tercera vez. Sin embargo, creo que esas son situaciones indetenibles, donde lo que termina, termina mal, como canta el precitado…

Lazos de amor


No es casual que titule como la novela del archiconocido Weiss a este post.
Luego de una semana de incendios y múltiples ocupaciones académicas y profesionales, el domingo tuve la suerte de asistir a la segunda entrega del matrimonio de mis sobrinos y amigos, Ake y Pedro.

En medio de un hermosísimo y singular ritual budista (Confieso que nunca había asistido a uno) pude admirar como a partir del respeto e igualdad de género se establece el “compromiso” de los contrayentes. Durante la ceremonia, plena de símbolos y cantos, la sacerdotisa refirió el encuentro de dos almas que se han amado durante varias vidas y que en esencia siempre han querido estar juntas.

Los novios intercambian flores, vino, promesas y en ello participan padres y padrinos. Todos aportan energía y buenos deseos a la pareja, su futuro y sueños.

Mi otra mitad

La noción de la “media naranja” está presente en casi todas las culturas, unas más teñidas de romanticismo que otras, por supuesto.
Se cree que existieron seres hermafroditas y perfectos que vivían en absoluta armonía en el mhytos y que según la mitología griega, soberbios y desagradecidos con sus creadores en el Olimpo, atentaron contra los dioses. Apolo, dios del rayo, acató las órdenes emanadas de Zeus y no tuvo más remedio que escindir la unidad, creando dos seres incapaces de juntarse y con la única esperanza de recuperar alguna vez su ansiada mitad.

Se dice que para recordar la soberbia en ese pasado remoto, tenemos esa pequeña incisión llamada ombligo, que nos recuerda que estamos incompletos.

Sin embargo, a pesar del fatalismo y toda la historia, creo que forma parte de nuestros ideales conseguir a esa “otra mitad”, y nada más placentero que sentir que “encontramos” a esa persona. En Lazos de amor, el destino confabula para que dos seres vuelvan a estar juntos. No está en mi ánimo establecer un análisis peyorativo contra el autor de best sellers sobre vidas pasadas; por lo que podemos conversar otro día sobre este y otros temas…

Sobre el amor se establecen múltiples puntos de vista. Cada uno puede contar sus desatinos, aciertos y experiencias en al amplio panorama que abarcan los sentimientos y las relaciones de pareja. Si hoy, luego de toda la cultura anti compromiso en la que vivimos, dos personas apuestan a estar juntas y reconocer que se aman y necesitan, es un acto de valentía, pasión y responsabilidad que hay que elogiar y animar.

Frente al acto de asumir hacer y recorrer caminos, estar juntos, tener hijos, construir visiones y hechos de futuro, no puedo menos que brindar por todo lo que viene, por la alegría y la compañía, por que el amor sí existe.

¡¡Salud!!

2006/12/11

Mi banda sonora





Siguiendo la tradición de algunos amigazos, concienzuda y meticulosamente armo para este fin de año la banda sonora de mis treintaytantos. Calamaro, sospecho, será uno de los favoritos, dada su presencia fónica en muchas de las experiencias que me acompañan. No voy a extenderme contando y cantando sobre las composiciones que me gustan de Andrés. Parafraseando a Borges, eso es asunto de correspondencia lingüística sólo entre la música y el alma.


Calamaro no vino

Me tocó sufrir el despecho de enterarme sin edulcorantes de que Calamaro no vendría a Venezuela. Sólo pude compartir covers, grabaciones especiales y musiquita con las amigas, ver el concierto una y otra vez (Made in Spain, 2005) soñar que efectivamente estaba allí y escuchar atenta la crónica que Yumber me refirió en primera persona sobre el show. Yumber, el único negrito venezolano medioargentino, el periodista incansable, el niño ambicioso neurótico y curioso que superó la adhesión afectiva al periódico donde laborábamos trece periodistas de oficio y adolescentes tardíos bajo la égida de Alonso Moleiro y Manuel Guzmán durante mediados de los noventa.
Yumber, que no prestaba sus discos ni sus libros, y despertó verdaderos ataques de envidia profesional y más de una confabulación, saltó y se desprendió de la culturita vernácula “cero ambición” de fin de quincena para apostar a lo grande y sin límites. Y vio a Calamaro, como si no bastara con todo lo anterior.
Bien por ti, moderno.

Érase una vez

Calamaro me suena a exilio. He despedido y agradecido situaciones y momentos gracias a sus canciones y reencontrado emociones que me brindan aliento para seguir y sonreír. Por supuesto, mención aparte merecen Los Rodríguez. Mi memoria, aliada incondicional, registró para siempre los conciertos inolvidables en el Cafetal, durante el inigualable, irrepetible y emocionante Rock music 91. Ni hablar de las personas con las que compartí esos momentos, la gente linda que conocí, los incondicionales y los que ya no están. En el lado opuesto de mi oda a la nostalgia hay artistas, por supuesto, a los que ya no me interesa ver más y que aún vienen de manera más o menos frecuente a Venezuela.


Aunque Calamaro diga que sobre Charly (García) no se puede hablar porque es “el más grande”, la verdad es que estoy viendo a Charly con pataletas y olvidando la letra de sus canciones desde el año 93. Por respeto a lo que significa este súper monstruo en mi vida, prefiero no asistir más a esas meriendas. A Cerati lo admiro, el concierto sinfónico y sus discos son parte de mi vasto iTunes diario, pero ir a meterme al auditorio del Sambil como que no...

Con Calamaro, Drexler, Cerati, Bunbury y Quique pasa que se convierte en enlace amistoso, en lugar de encuentro y coincidencia. Creo que es un rasgo generacional que compartamos Mano negra, Fito, Paralamas y todos los grupos que vivimos. Particularmente soy lo más curiosa que puedo con la música, pero tengo mis discos de cabecera, por supuesto. Mis mantras no son casuales.

Este año fue de ver y escuchar mucho rock en español. Aunque no pude repetir la experiencia de ver a elbicho, vi a una banda interesantísima, llamada Canteca de Macao y que me recuerda a ese fantástico e incomparable crisol de sabores, cultura y colores llamado Barcelona.

Por mi parte, comienzo mi jornada laboral con “No existe viento” de Albertucho y me reparto los sonidos de Quique, Drexler, Ojos de brujo, Macaco, Natalia, Marlango, Billysefue, Chucknorris, Papashanty, Julieta y Nacho Vegas durante un día que son todos los días y en el que ninguno se parece al anterior; de muuuuchoooo aprendizaje y encuentro con muestras diversas de literatura, opinión e intereses.

Dak.

La imagen desde uno de los intrincados rincones de la Sagrada familia, de Gaudí.
Barcelona, por mí.

2006/12/10

Palabras seductoras



Una curiosa portada contiene un frasco de perfume del que fluyen palabras ondulando como aromas que se elevan hasta el título. La seducción de las palabras pareciera levitar sobre el efluvio de términos que se observan desde el interior del envase. Confieso que la combinación de texturas en las que resalta el frasco me pareció un recurso comercial y estético acorde con su misión de enganchar al potencial lector. No en vano es el perfume un archiconocido recurso para evocar persuasión y sensualidad.


Engatusar y engatusarse


Luego de la trampa sinestésica de quedar "embrujada" por el dichoso perfume, mi felicidad fue aún mayor al enterarme que la obra comprende un análisis exhaustivo sobre las palabras, uso y discurso, reuniendo en un mismo escenario a disciplinas como la psicolingüística, lexicología y comunicación social.


Lamentablemente, no pude conseguir las edición de Taurus, pues el libro no engrosa precisamente una lista de novedades editoriales, aunque se considere favorito en el ámbito de los estudios del lenguaje. Sin embargo, gracias a la diligente labor de uno de mis libreros favoritos, conseguí una edición de bolsillo. Y esta es otra historia.


Aunque el epígrafe de La seducción... sea una máxima de don Pedro Salinas que reza: "Mis títulos no son de sabio, son de enamorado", un pequeñísimo ardid publicitario me hizo llevar el libro brajo el brazo y mostrarlo como un freak show en el postgrado, con todo el "desencanto" que me produjo como lectora. Justo debajo del nombre del autor, Álex Grijelmo, aparece la sentencia: "un recorrido por las manipulaciones del pensamiento".


O sea. ¿Editor, autor o casa editora? Prefiero pensar que el Álex Grijelmo periodista, corrector, director editorial, responsable nada más y nada menos que de la confección del Libro de estilo de El País, entre otras muchas actividades que lo adornan no tuvo nada que ver con esa acción comercial, ergo, funesta. Así sucede en la mayoría de los casos.


Leer más allá de las palabras


Ahora disfruto de la lectura de este "catálogo" para desentrañar procesos del lenguaje, y poner en práctica "claves" para asistir a este maravilloso acto de reciprocidad en la comunicación donde creemos que no "contamos" pero "decimos" sin conocer la capacidad connotativa del lenguaje que usamos, nos adorna y cuenta sin tapujos quiénes somos. Las hermosas palabras de Luis Rosales, poeta versátil y comprometido con su tiempo, se refiere al poder evocador de las palabras como reflejo y vestigio, aunque algunos sufran el sino de Narciso: "La palabra que decimos / viene de lejos / y no tiene definición, / tiene argumento. / Cuando dices: "nunca", / Cuando dices `bueno´,/ estás contando tu historia / sin saberlo"*.


Lo del recorrido por las manipulaciones del pensamiento me suena a literatura de supermercado. Ojo, que no censuro el boom lectorario de adeptos a formúlas mágicas, refritos orientales o clásicos de la literatura. Nada que ver. Qué maravilla que la gente lea y que se sienta orgullosa de lo que lee. Cuando era profe (etapa súper feliz de mi vida, por cierto) traté de llevar a mis alumnitos muestras de la mejor literatura universal y local. Confío en que muchos de ellos son lectores ávidos, aunque suene un poco ingenua.


Lamento en esencia que una obra especializada como esta quede encasillada bajo la etiqueta de un manual para influir en los demás, descubriendo el metalenguaje de quien habla o escribe y aprovecharse de ello, despojando a esta investigación de todo su carácter metodológico y documental. Alguien me advirtió sobre el análisis del discurso político inmerso en la obra, dada la postura del autor frente a quienes han establecido paradigmas (Ling.) comunicacionales. Cuando termine de leer, prometo escribir, aún no he llegado a esa parte.

2006/12/08

Crónicas del rock fabricado acá




Realismo mágico sonoro


Félix Allueva es promotor cultural y productor de espectáculos que van desde el Venezuela Jazz Festival hasta el —convertido en tradición desde hace más de dieciséis años— Festival Nuevas Bandas. Egresado de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela, y especialista en Administración Cultural, su quehacer da cuenta de gran parte de la historia musical y comunicacional en nuestro país. Locutor, escritor, investigador y centro de operaciones de la mayoría de las actividades de difusión musical y artística local, ha colaborado en la aparición, crecimiento y proyección de talentos que se reconocen más allá de nuestras fronteras.


Fundador y presidente de la Fundación Nuevas Bandas, compila en esta oportunidad el resultado de una perseverante, exhaustiva y apasionada investigación sobre la historia del acontecer social y musical en nuestro país durante las décadas de los sesenta y setenta, reunida en los volúmenes I y II de la colección Crónicas del rock fabricado acá. Ambos textos constituyen una guía para contemporáneos —y los no tanto— seducidos sin remedio ni protesto por la música o el armazón ideológico que sirvió de fundamento a muchos de los capítulos que componen esta historia.


Viaje signado por la búsqueda, marchas y contramarchas dibujan el rostro de nuestro país junto a la pretensión de identidad ante una revolución económica, social y musical que tomó al planeta entero. Frente a la filosofía del amor, el pacifismo y la negativa a los conflictos armados, Marx, la guerrilla urbana y la reforma universitaria como proyecto compartido, Venezuela compone un collage de pequeñas historias, ritmos y fusiones, experimentos sonoros y por qué no, de mimesis ingenua y premeditada; un catálogo que recoge nuestra mitología contemporánea.


Las expresiones musicales toman por asalto la escena, sirven de soundtrack al quehacer aún en tránsito, invitan a rebelarse y acuñan el loop en las mentes de miles de jóvenes que adoptaron algunas melodías como étymon de vida. Canciones que llevaron de la mano a los sueños, sirvieron de puente para crear realidades posibles, acuñaron testimonios y recuerdos. El registro va más allá de las listas de venta y la crónica; es la noticia, el escándalo, los medios tratando de explicar y entender el fenómeno, el documento como vestigio del nacimiento y fortalecimiento de algunos rasgos de nuestra cultura.


Allueva completa cada edición con un amplio inventario discográfico, una cronología del pop rock en nuestro país, (en el segundo volumen alcanza hasta 1980), fuentes consultadas e índice onomástico para facilitar la búsqueda. En esta historia, los protagonistas no son sólo los personajes más significativos de la movida que trascendió nuestras fronteras; el relato no se aleja de los efectos socioculturales de la aparición de revueltas y rebeliones, el Poder Joven, la expansión del “polvo blanco” y el despertar del sueño. En Crónicas... la historia alterna y se nutre de datos discográficos; misceláneas; chismes comprobados; alucinaciones; rumores que terminaron creando mitos urbanos... y pare de contar.

Catálogo de nuestra historia y con nombres propios, Guillermo Carrasco, Nené Quintero, Wolfgang Vivas, El Zigui y otros músicos,—creadores del colectivo Una Luz, uniendo el pop a la canción de protesta— Tsee Mud, Sky White Meditation, Way, Grupo Pan, Bacro, Syma y la Banda Municipal, acoplarán lo venezolano y anglosajón en La Ofrenda de Vytas Brenner.

Historia o historiografía, intencional o espontánea. Una vasta experiencia documentada y con sabor conocido... nuestra banda sonora no oficial.



Crónicas del rock fabricado acá
Venezuela. Los años 60 (volumen I)
Venezuela. Los años 70 (volumen II)
Félix Allueva
Alter Libris- Fundación Festival Nuevas Bandas

2006/12/05

Fashioneando a lo venezolano






El Vademécum de mi estilacho

Sí. También ando en una búsqueda frenética de un fashion style que aspire a convertirse en único e insuperable y me “refleje” sin quedarme fuera en cuanto a tendencias se refiere. Sí, si creo que finalmente lo conseguí. No, no me da pena admitirlo y mucho menos trataría de justificar o atenuar que todo el lío de la moda me atrae y fascina a la vez.

Si algo he descubierto a estas alturas de la vida, es que revolucionarios, feministas, amargadas sin remedio, opositores, metrosexuales, señoras operadas o en construcción, gorditos sin complejos, amas de casa, secretarias, directores cuadrados, factotum tercermundistas, poetas sin poemas, buhoneros, góticos y mal bañados van por lo mismo. A mí que no me vengan con cuentos: la franelita con el mensaje cuyos caracteres combinan con el detalle del bolso no estaba en el primer plano del clóset ni fue la segunda opción: te la pusiste después de varias indumentarias porque quisiste y finalmente te "combinaba", darling.

Alguna vez leí en alguna refrescante lectura dominical que las venezolanas somos absurdísimas combinando ropa y accesorios. ¿Cómo evitarlo? los colores vivos y su inmensa gama de matices son aliados para el trópico y en ocasiones escudos coloridos contra este sol cada vez más intenso. Aunque a veces tenemos que cerrar los ojos ante tanto despliegue cromático reducido a una sola persona somos, sin remedio prescrito, de combinar y seguir patrones; bien sean de mall o de tenderete de buhonero, según la capacidad del bolsillo y las preferencias.

A ver. En ese sentido practico un modus operandi que me funciona y marca un nuevo capítulo en mis hábitos de usuaria de la moda:

En primer lugar, sé lo que no quiero, como afirmó alguna vez Calamaro. No quiero que en cada rumbita, festival o bautizo editorial la gente sepa de dónde saqué la ropa y me encuentre en el baño con mil variaciones de un mismo autor. O sea, qué duro golpe a la singularidad y a las tres horas frente al espejo maquillándote y demás si se te ocurrió el recurso de los desesperados cero creatividad de última hora: salir corriendo a comprarse una franelita, pantalón o zapatos a Zar

El resultado de esta experiencia es que media fiesta, o 500 de las 1000 personas en el concierto van a estar idénticas; así que si aún no quieres renunciar a vestirte de uniforme y sufres porque tienes más de un reflejo, entonces prepárate un plan B: una etiqueta en la frente con el nombre, decolorarse el cabello en azul con mechones violeta o un anuncio de neón en el pecho, por mencionar sólo algunas.
Renuncié a seguir esclava de lo que santa Zara bendita dictamina que está in y qué out. Igual me devuelve la alegría ver tanta gente apretada en ropa de invierno mientras turisteo un caluroso día de semana por el casco histórico de mi sucia y nada european vernácula city.

Segundo: Es muy fácil decidir qué ponerme, luego de éxitos y fracasos rotundos en la búsqueda de mi propio “yo”, sé qué tipo de ropa me queda bien, con qué texturas me siento y veo mejor y a mi esposo siempre le parece que me veo hot. Luego, dejé de frecuentar tiendas de producción en serie y ahora “armo” mi look a partir de piezas producto de manos, diseño y corazón singularísimos y sin una segunda parte. Luego de ese “enamoramiento” inicial convierto a los diseñadores en mis amigos y asesores, les hablo de lo que me gustaría tener, de los lugares a donde voy y los persigo a cualquier mercado, feria e intercambio donde se presenten.

Tercero: Exhibir el talento venezolano es más que valor agregado, orgullo y distinción, sin duda alguna. Después de ver piezas en grandes vitrinas de la moda, no hay duda de que nuestro país no tiene nada que envidiar a alguna pasarela. No me imagino sin Nella, Yamila y Adriano, sin los mercaditos de Guayoyo, los collares de Ciara o las franelas de Yopo. Objetitos sin culto me hace reír en medio de tanta tensión política y este año he hecho los mejores regalos fashion del mundo, desde presentarles las Chocolaticas a mi troupée editorial, los niños góticos en el carro de Carina y Pablito, hasta el anillo maravilloso —por el que conocí a mi gurú de la moda— que adorna la mano de Pau desde que celebramos su más reciente cumpleaños.



¡¡A por Yesika, Dile y Dayana, compañeras!!