2007/02/27

Libros digitales, libros objeto

El video es de noviembre, 2005.




Aunque no es de manufactura reciente, la polémica del libro objeto versus el ebook no deja de generar opiniones y juicios, avivada la discusión por la muerte del objeto disco como material de consumo y las disqueras. Aprovechando la referencia de este video en Papel en blanco, lo traigo a este espacio de interdicción permanente.

Esta entrada responde a una pregunta que me hicieron recientemente y que generó una sabrosísima polémica sobre la literatura, los libros y las editoriales en el siglo XXI. Prometo escribir sobre el tema. No obstante, nada más lejos de mi ánimo que volcar en este blog clases magistrales y antologías remasticadas reciclando datos culturales de origen únicamente virtual.
Prefiero estimular y seducir antes que atropellar o aburrir sin remedio con datos de 0.09 segundos... vale?

Que lo disfruten...

2007/02/22

El amor en la era informática



Pues sí. Aunque comience parafraseando antónimicamente a Drexler, no me voy a referir a la tendencia esa remasticadísima y súper analizada de buscarse un match guachi güichi al otro lado del planeta teclear sin dormir ni comer durante la madrugada de cuatro meses y terminar protagonizando una peli gringa del amor en tiempos en la tercera ola o descubrir como comic de Maitena que todo era mentira, postgrado inminente en España incluido.
Me refiero a una-unitica de las facetas de lo que significa explorar sobre alguna de las fases del enamoramiento virtual: conocer. Conocer desde que tecleas el nombre del susodicho en la Internet y el resultado de la búsqueda fue de 0.09 segundos... Sí, así mismo. Un historial que aunque parezca no muy confiable, oteas con una urgencia exhaustiva porque puedes acceder sin mayores restricciones (by now...) y finalmente sabes lo que buscas.
Anoche, viendo desde la penumbra de la duermevela un programa de entrevistas en la tve, sentí como la imagen borrosa que me proyectaba la tele se volvía de pronto nítida, brillante y aterciopelada. Creo que lo me enganchó fue ese tono a hip hop flamenquillo. Sí, sin duda. Puedo volver a Sevilla sólo para escuchar hablar a aquel vendedor todo cante jondo todo palmas y vendedor de churros con chocolate en el puente de Triana... mención aparte la luz que bañó al Guadalquivir aquella noche, agarradísima de la mano de mi flaco, tarareando las canciones del show en el patio sevillano...
Decía pues que el acento en cuestión se llama Rafael Amargo. Un par de trucos sinestésicos por parte de mis neurotransmisores mientras la imagen cada vez más nítida, insisto, refiere con ademanes sureños andaluces de ensueño no sé qué lío con el carnaval canario y brinda más detalles de los que debería sobre lo que se gastó en producción y listo, ya guardé para siempre ese nombre como candidato del buscador en algún nanosegundo de ocio editorial. Ahhh siii me encanta el cotilleo de la madre Patria, con sus tribunales dominicos inquisitoriales sobre los asuntos más triviales (tal cual como en la peli de Alatriste, sin perder detalle) y absurdos hasta el hastío. Ojo, que lo disfruto como una cosa exótica y de a ratitos dominicales, porque la verdad es que hace rato que inscribí a todos y cada uno bajo la lupa de la moral virtuosa aristotélica y ya no sufro desengaños con naiiidennn...
Decía pues, que gracias a aquel programa de entrevistas descubrí, más bien redescubrí a Amargo... moreno, diciendo fatá fatá y mira que... cada tres segundos y para colmo de mi axis mundi platónico bailaor, y de los reconocidos, sí señor.
Yo, enfundadísima en un traje de apasionado diseño y con más ganas que aptitudes llegué hace unos añitos pero igual tarde a interpretar el flamenco sobre las tablas del salón de baile y ensayos de La Colmena. Gracias a Marian Monrró viví y disfruté desde Camarón hasta el Intro de Barí, uno de mis favoritos de Ojos de brujo. Y aunque sueño con volver a taconeá y dibujar piruetas y retá y cantar y armar jaleo, ahora, mientras me dedico a otros menesteres, puedo seguir ensoñada disfrutando la pasión del más reciente y flamenquísimo concierto de Draco, vacilarme cuanto tablao se cruce en el itinerario o recordar uno de mis momentos kodak de jaleo en pleno centro de Triana.
Claro, me encanta la fusión del flamenco, lo irreverente e innovador como La cuarta, pa qué negarlo. Aunque sus letras son durísimas más de las veces, me hace sonreír como cuando escucho a la Raquel Winchester y pienso que de verdad hacen falta ovarios para cantarle la verdad a la cara a algunas gentes... No obstante, creo en los talismanes y en el sonido de las campanitas que se mecen al viento en el jardín de ensueño que hemos heredado... así que la música es un mantra, siempre y finalmente. Y si el cuerpo es una extensión de aquella gama infinita de lenguajes, notas, acordes, ritmos y melodías; si todo el sonido se acopla en ese idioma universal del alma del que hablaba Borges al concebir a la música, entonces, nos damos por satisfechos y satisfechas.
Lo sustantivo: me he enamorado de un bailaor que ha sentido a Lorca y a los grandes y que con su voz envolvió mis sueños. Y Olé.

2007/02/09

Merienda de cadáveres



La expresión no es mía. Se la escuché genialmente a Sebastián Araujo mientras le hacía unas preguntas para un documental asignado en uno de los talleres de periodismo que hice en la escuela de Letras de la UCAB, años ha. Sin pretenderlo, adopté el término y en más de una ocasión lo he aplicado en perfecta sintaxis y en concordancia con situaciones donde no cabe otro comentario.

Tanto nadar...

Hace un tiempo, le recomendé a una amiga que se leyera por lo menos uno de los libros de Walter Riso, a ver si podía despojarse de un montón de etiquetas que no reviviran ni con 3M doblefaz. Pasó tantos años de su vida pegada a aquel lexotanil afectivo en que se le convirtió la pareja, que se olvidó en alguna parte y no quiere encontrarse sola.
De nada sirve recomendarle a alguien enguayabao que pase la página, que lo deje ir; nadie aprende a rezar con escapulario ajeno, como dice mi mami con su vocecita tranquila. Por supuesto, que fácil es decirlo cuando uno ya ha transitado por ese capítulo de Topacio y puede ver el asunto en perspectiva y aplicar reglas de oro para la recuperación emocional... ¿quién me quita lo bailao?
Mientras tanto hay que aguantarse la fatalidad del asunto. Ahora mi adoradísima amiga, encantadora, inteligente, capaz de cruzarse con el chico que ella quiera, quema carbohidratos en un gimnasio sólo para ser la mejor amiga del ex, para recordarle cada vez que puede cuando se tomaron el primer café con leche juntos, prometerle que estará ahí dispuesta cuando quiera volver, que ella sólo lo conoce, sólo sabe realmente lo que le gusta y dale que te pego...
Lo peor es que el ex también es mi amigo. Y entiendo que destine siempre un espacio para entender a su gata loca que no quiere irse, aunque hace raaaaaato que está con otra chica. El pobre tiene una carga de culpa tan grande por los detallitos especiales que tuvo con la amiga en cuestión (cachos, mentiras, falsas expectativas y apego, pos claro) que se siente incapaz de hacerle el favor más grande que alguien que te ama puede hacer en un momento así: dejar la merienda de cadáveres.

El singular padre Tejedor, teletransportado directamente de la celda de San Agustín a nuestra calurosísima aula de clases ucabista los miércoles en la tarde, nos hacía reír siempre con sus anécdotas y especialmente con aquella de los amantes-de-Teruel-tonta-ella-tonto-él. Río al pensar qué diría de la imagen de esta entrada, el reciente hallazgo en Mantua de una linda parejita que murió y permanecerá entrelazada para siempre...