2007/05/31

Apuntes para la coexistencia cultural (y II)



Ofreciendo disculpas por la pausa que caracterizó a este espacio durante los últimos días, retomo y comento algunas ideas que se manejaron durante el seminario “Coexistencia cultural, posibilidad y límites”, y la sesión del sociólogo Tulio Hernández llamada “Derechos culturales: memoria sanadora y memoria resentida”.

En este momento, en nuestro país, ahora más que nunca se evidencia la absoluta necesidad de entendimiento común así como la posibilidad de construir la convivencia y coexistencia en el marco de una democracia cultural verdadera, alejada de consignas vacías.

Plantearse la necesidad de reconocer y reconocerse, así como fomentar normas que coadyuven a la tolerancia, al reconocimiento de las diferencias y a la coexistencia, entre otras… es una tarea que ya no podemos postergar y que bien que nos hace falta.

La diversidad, para el sociólogo Tulio Hernández, debe concebirse como

la posibilidad de ampliar el abanico de elecciones para cada individuo inserto en el pluralismo que impulsa mecanismos institucionalizados que garantizan y perpetúan la diversidad y su posibilidad de realizarse singular y colectivamente.


Debe constituirse entonces una gestión democrática de la diversidad, más que el simple reconocimiento o de políticas económicas y urbanas frente a la presencia, deseada o no, del otro.

Mientras que en Europa la diversidad implica el estudio del fenómeno de la inmigración y las políticas culturales apuntan a la coexistencia y el respeto de los derechos culturales de las minorías en el contexto de un mundo globalizado, lo que Tulio llama “aparición de entidades supranacionales”, entender la diversidad en “este lado del charco” exige, en primer término, aproximarnos a la identidad, la libertad cultural, los derechos culturales que de ésta se derivan y por ende, el pluralismo.

¿Cómo entender la coexistencia en nuestros países latinoamericanos si no tenemos conciencia de la identidad y negamos lo que somos? Menudo problema que amerita muchas otras entradas en este y otros muchos blogs, sin duda.

Autores como Darcy Ribeiro y Efraín Subero se han referido a los pueblos latinoamericanos como pueblos sin memoria, culturas transplantadas y hermanos siameses para aclarar nuestros singulares procesos históricos y nuestro comportamiento cultural, en el que sustantivamos las diferencias y poco nos reconocemos como el continente más unido del planeta gracias a la presencia del idioma español, entre otras cosas. Nuestra historia interrumpida, (necio sería negarlo) a partir de 1492, significa una reescritura de una historia en el que no se conservó el precedente: nos tocó escribir sobre el vacío y el olvido.

El profesor Hernández parte de la teoría de Todorov en su Abuso de la memoria para referir dos de las tendencias que pueden determinar la actitud cultural que tienen los pueblos con relación a sí mismos y su historia: la memoria sanadora y la memoria resentida.

La memoria sanadora, según el estudioso, es

la que practican los pueblos que a pesar de haber sufrido procesos dictatoriales, de opresión o crisis institucionales, deciden “perdonar sin olvidar”. Resulta prioritario acortar las diferencias y seguir adelante, generar comisiones de la verdad, promover aproximación al conocimiento del pasado y seguir adelante: superar y continuar sin fingir que nunca pasó.

La memoria resentida, por otra parte, es aquella producto de la visión de víctima y minusvalía por hechos sucedidos. A partir de esta condición se valida el resentimiento y se erige la venganza como sanción urgente y obligante:

Hay que devolverle al golpe a quien asestó primero y “satanizar” al contrario sin olvidar, aunque se viva y reviva un presente continuo que no puede superarse, como el que simboliza Funes, el funesto memorioso que bien retrató Borges en sus Ficciones.

Para Hernández las constituciones de Latinoamérica son de las más importantes en cuanto a alcances personales y colectivos en el mundo. Sin embargo, dista el texto de aportes culturales reales. Con cada designación y reconocimiento del otro, paradójicamente en vez de integrarnos, nos atomizamos y distanciamos sin remedio.

Con cada consigna separatista, dudo que nos sintamos reflejados y mucho menos creo que nos veamos como somos.

Son esos momentos donde hacen falta mucho más que enunciados para tapar el sol con un dedo. Y todavía hay quien duda del poder que encierran las palabras. Nuestro imaginario adquiere y desecha términos que definen y buscan trascender la imagen para convertirse en “realidades” que prefiguran cada vez más lejana la posibilidad de reconocernos.

La diferencia estriba en las intenciones, condición sine qua non en todo proceso de enunciación de mensajes. Y en estos días compruebo, con tristeza, como el lenguaje en estos momentos, lejos de aproximarnos, se ha convertido en dagas filosas en boca de quienes se asumen como garantes de la verdad.

2007/05/19

Contar contarse


Contar contarse es una de mis frases broche favoritas. Por derivación, asumí el escribir y escribirse que adorna el encabezado de este blog.

Contar contarse se inscribe en el mitema de la creación, en el principio común de las historias referidas al origen, al génesis. Como resultado de la palabra y el diálogo, lo que se nombra adquiere vida, se convierte en referente físico, se anima. Particularmente, prefiero los mitos mesoamericanos antes que al inventario occidental de caprichos: basta leer el Popol Vuh o los mitos de creación indígena para deleitarse con frases e imágenes cargadas de belleza simbólica y literaria (recomiendo los referidos a la creación de los Yanomami y Matsuludani)

El pasado miércoles 17, en la conferencia sobre Hibridación musical, vi y escuché a algunos grupos cuya propuesta musical trascendió el trabajo de composición y producción musical y estableció conexiones de tipo estético, identidad y orígenes sin caer en el panfleto; borrando los límites entre testimonio e historiografía, imaginario e imaginería pop, historia y memoria.

Podría nombrar muchos grupos… pero por ahora me gustaría recordar sólo a dos (o tres, dependiendo del criterio de clasificación).

Las enseñanzas de don Saúl

Si de memoria se trata, Caifanes, más tarde Jaguares, trascendió fronteras a punta de piel de jaguar, quincunce y viento, por lo que más de uno tuvo que echar mano a fuentes referidas a mitos aztecas, nahuas, zapotecas y otros cuántos datos más para entender de qué iba la movida chamánica y ritualística que encarnaban Saúl Hernández y su combo. De pichón de Robert Smith, Saúl pasó a convertirse en ídolo local y regional; uno de los nombres más importantes en el inventario de la contracultura, compromiso y nueva música hecha en su México natal:


El tiempo vive en la memoria

Otro grupo que irrumpió como una explosión de energía, identidad y protesta política fue La maldita vecindad y los hijos del quinto patio. Caminar por las transitadas calles circundantes al Zócalo y el centro del D.F., puede ser una buena imagen para tratar de entender a esta banda. Mucho antes de que llegara Ry Codder y su Chávez ravine a registrar los sonidos pachucos, ya estaba la Maldita recreando el pasado sonoro, estético y cultural de sus predecesores: La calavera Catrina, Posada, Tintan, el barrio, el Santo, los rostros, la historia. México es un espacio de confluencia para eso y más. Por cierto, La maldita... formaba parte de nuestro fallido Segundo festival iberoaméricano de rock.

En "Don palabras" se resume la idea con la que comencé esta entrada. Si conocen esta canción, que disfruten mucho el recuerdo. Si no, sugiero escuchen especialmente la letra y se vacilen todas las referencias visuales al patrimonio cultural e intangible mexicano y latinoamericano que se pueden observar en el video.

Que lo disfruten.

Imágenes: La elegantísima Calavera Catrina

Dibujo sin título N° 14, de Shag.

2007/05/15

El quitamiedos del español



Referir manuales destinados a establecer lineamientos sobre normas de uso, vigencia y pertinencia del español cobra una especial importancia en el contexto actual. Por un lado, nunca antes había recibido la lengua española tanta atención y publicidad por parte de las instituciones y los estudiosos de la lengua; por el otro, las obras que se difunden producto de nuevas investigaciones parten, en su mayoría, de la prevalencia del uso sobre la norma lingüística. Reconocer en el español de América una estructura inmanente que niega la etiqueta cincelada de los mal llamados regionalismos cargados de innata exhuberancia, permite, sin duda, generar documentos que se acerquen a la realidad de la lengua hablada en Hispanoamérica y le otorguen la certificación que realmente merece y trasciende el ámbito de una sala protocolar.

Las herramientas implementadas para el estudio del español apuestan por resguardar la norma de cultura del uso lingüístico, —conocida tradicionalmente como norma estándar— antes que privilegiar al uso o a las variantes lexicales. Esta vigilancia se ha constituido, por citar algunos ejemplos, en la misión de la mayoría de los textos descriptivos, manuales de uso y libros de estilo a los que consultamos para atender dudas sobre nuestra lengua o el lenguaje.

La intención de preservar el estado de “pureza” no es una invención reciente de quienes creen en latente peligro el estado de nuestra lengua y reclaman a viva voz su posición de víctima pasiva frente a una posible degeneración o peor aún, su desaparición. Ya desde el Diccionario de Autoridades (1726-1739) el propósito del registro era fijar el idioma e impedir la “descomposición” de la Lengua. Forjado bajo un criterio normativo y prescriptivo, se evidenció el purismo desde el que se concebía el registro y la norma, y desde el que se creía aseguraba la permanencia del constructo lingüístico.

Según Lázaro Carreter, el casticismo como norte del estudio del léxico pretende (aún) resucitar el pasado lingüístico nacional: “El purismo no es otra cosa que la faceta negativa de esta actitud destinada a rechazar la intromisión de vocablos nuevos, procedentes de otras lenguas o de creación personal”.

Para Dubois, la función de un diccionario es definir la norma lingüística: “el diccionario autoriza palabras, construcciones y sentidos, integrándolos en el `uso´ de la comunidad”. Se comprueba entonces lo que en ocasiones hemos llamado, parafraseando a Casares, el “didactismo” del diccionario: por un lado, enseña, más allá de socializar un significado, o como afirma Calvo, resuelve no sólo dudas semánticas, sino ortográficas, aunque en el lector deba existir una prefiguración de la escritura de la palabra antes de otear sus páginas. Por otro lado, regula: el diccionario se convierte en garante y guardián del uso, so pena de creer entonces que las ausencias y las fallas son de la Lengua, más que del libro consultado y entronizado como garante de la razón.

Frente a la duda, el diccionario sigue siendo la primera herramienta. No en balde, el “gran diccionario de la Lengua española” como se refiere Francisco Javier Pérez al DRAE, constituye el texto más respetado, consultado y reverenciado como guía básica de lo que consideramos usos pertinentes que deberían formar parte (e integrarse) a nuestra competencia y cuyo propósito se concentra en su lema: “Limpia, fixa y da esplendor”.

Aunado a la aparición de todo tipo de diccionarios, asistimos a un despliegue editorial de productos complementarios concebidos a partir del estudio de la lengua española en comunidades hispanohablantes dentro y fuera de España. La creencia generalizada de que el español se degenera, la lengua se empobrece y la “pureza” de la lengua española se encuentra amenazada, significa un nicho comercialmente atractivo en el que abundan textos ausentes de criterios e investigaciones formales sobre los fenómenos que describen: pocas de estas ofertas son resultados de estudios lingüísticos y lexicográficos.


El quitamiedo de la expresión escrita

El Instituto Cervantes y el sello Aguilar concibieron, bajo el concepto de “otro manual” el texto Saber escribir, presentado recientemente en el marco de la celebración del IV Congreso de la Lengua en la ciudad de Cartagena.

El equipo encargado de realizar la confección de la obra estuvo integrado por el catedrático de Lengua Española, Jesús Sánchez Lobato, quien fungió como coordinador del texto, junto con los especialistas y docentes Ángel Cervera, Guillermo Hernández y Coronada Pichardo, quienes finalizaron el proyecto en algo menos de un año.

Bajo el singular título no se esconde alguna intención ampulosa ni una pretensión de panacea amordazante destinada a ceñir el léxico de los hispanohablantes. Para Lobato, este es un texto descriptivo, no un manual de prescripción discursiva. Se trata entonces de recomendar y brindar herramientas sobre el español actual, “que no es mejor ni peor que en épocas pasadas y que es el que utiliza nuestra sociedad, impregnada por la rapidez de los medios de comunicación”, afirma el investigador.

Saber escribir nace con la intención de ejercer el ejercicio escritural en todas sus variantes. Luego de sugerir esquemas de creación, ofrece la elección y aplicación de técnicas de revisión y corrección en cualquier texto.

La estructura del contenido se inicia con el capítulo “La lengua española”, apartado en el que se pretende aclarar algunas falsas ideas sobre la concepción del español y donde confluyen, opuestas y disímiles, visiones tradicionales e innovadoras sobre su enseñanza y estudio. A partir de este capítulo que coadyuva a “derribar muros” sobre elementos como uso, norma e ideal de lengua, encontramos quince apartados en los que se tratan aspectos relacionados con comunicación, lenguaje, ortografía, gramática, proceso de escritura, construcción de textos, modelos textuales, redacción y autocorrección. Completa esta edición un capítulo broche dedicado a la escritura en las nuevas tecnologías, donde se aborda de manera breve y concisa el uso del lenguaje en el correo electrónico, blogs, chat y mensajería instantánea.

Saber escribir surgió, inicialmente, como un manual de enseñanza para la redacción de diferentes tipos de textos, desde estructurales modales y funcionales hasta textos académicos y trabajos de grado. Sorprende la sencillez del lenguaje, las sugerencias y recomendaciones que plenan sus páginas. Motiva, desde el primer párrafo, pronunciarse sobre las discusiones referidas al habla y la lengua hablada en español: tradición y “pureza” en la lengua española, criterios de corrección, empobrecimiento de la lengua, préstamos léxicos, extranjerismos, descuidos idiomáticos, incorrecciones, sexismo en la lengua española, usos dialectales y regionales, tradición e innovación.

Luego de fijar posición y abrir la discusión sobre el estado general de la lengua que hablamos, la estructura temática aborda la concepción de la comunicación en la lengua española, indicando algunas recomendaciones sobre la escritura y valoración de lo escrito; para luego pasar a explicar de manera pormenorizada los elementos que forman parte de un texto desde el punto de vista gramátical y sintáctico.

Finalmente, antes de invitar a adentrarse en los linderos de la escritura en el ámbito de la computación lingüística, en Saber escribir el lector atento disfrutará y participará de discusiones actuales que lo llevarán a formarse desde el punto de vista crítico como hablante para luego convertirse en un hablante activo con dominio de algunas reglas y aplicaciones, además de un cuerpo de recomendaciones sobre la pertinencia, uso, modelos y casos a considerar frente a la página en blanco. Así mismo, quien se acerque a estas páginas encontrará recomendaciones sencillas sobre el arte del quehacer de la escritura. Un manual que busca satisfacer dudas básicas y generalizadas al usuario no iniciado y al mismo tiempo acompañar al lector, investigador o escritor en su encuentro permanente con el universo inasible, polisémico y evocador del lenguaje.


2007/05/12

Recreaciones sólitas* para cualquier día de la madre



María


La escondió hasta el final. Mejor jugar a que no-pasaba-nada antes de verse escrutada, gritada, regañada y escupida por la madre y los siete hermanos. Aún soñaba, entrando presurosa y semi asfixiada a la sala de parto, que el final sí podría ser como aquel capítulo de María se desbordan las pasiones y aparecería el papá arrepentido, cargado de plata, promesas y pañales.

Pero no. Afuera, sin decir palabra, esperaba la abuela con cara de acostumbrada resignación, murmurando imposibles con qué rellenar las arepas. Alegría ciega revestida con certeza infinita de trayecto en solitario. Bien sabía que esto sólo era el inicio, y que el carajito se convertiría en el noveno eslabón de aquella cadena subsidiada por vanas esperanzas de horario estelar. En el capítulo de hoy, María continúa su búsqueda zigzagueante para suplantar la ausencia. Ahora, se volvió loca y regaló al carajito. Lo que no sabe –todavía– es que pronto quedará ciega y la doña que se llevó al bebé es su suegra.


Estefanía


No lo sabe. Imagina que soportó todo gracias a la inmadurez, quizás, insiste, no sabe. Trabajar y vivir con el carajito bajo el brazo, soportar vacunas, fiebres intermitentes, cólicos y esconderse del mundo y los teléfonos de cuando en cuando. El eco se hace lejano. Cuando llega la mañana, una sonrisa con voz le dibuja el rostro, le pide panquecas con huevito, no mamá, no quiero jugo de naranja, no me gusta. Ahora, se mira en el espejo y sonríe.


Ángel


Ángel no lo quería. Se lo advirtió, se lo contó a todos a sus amigos y tuvo que confesárselo a Ella número dos. Sobre todo era urgente calmar a Ella número dos, quien esperaba impaciente que pudiera deshacerse de aquella Loca número uno –bastardo incluido– y volviera a sus brazos, a las rumbas en El Maní, a tantearse, reconocerse y seducirse en la oscuridad, hundirse y regodearse agarrados de la mano en aquel paraíso alcaloide donde no penetra la luz del sol.

Estaba desesperado. La loca se le hacía insoportable, más aún cuando empezaba a pedirle que le hablara al ancla con esposas que le crecía en el vientre. Leyó un día en la prensa las estadísticas sobre la paternidad vernácula. Allí estaba la excusa que buscaba. Recortó los indicadores, memorizó las causas, escribió en el aire porcentajes, armó la maleta y se marchó. Ahora, en cada cita de la Fiscalía, saca el papelito, esnifa algunas palabras, escribe su nombre y lo repite en estrepitosa voz alta hasta que lo recuerda. Luego guarda silencio con ojos vidriosos hasta que termina la sesión que papá y mamá le pagaron en preventa para evitar sobresaltos en la vida de su muchachito. Eso sí. Por recomendación de su abogada oligofrénica se deshizo de todos los espejos.


Anamarí


Ya es hora de ir al parque, él está aprendiendo a batear. Mucho tiempo después, ensoñando panorámicas, respirando a Segovia desde una de las torres del castillo, pensará que los caballeros sí existen. Ahora, corre presurosa para no perder el tiempo, la felicidad no tiene garantía.


El señor

No, no es mamá ni papá. Él es un pingüino que se escapó de la película. Una vez al año celebramos una fiesta para el único y sorprendente pingüino humano.






* sólito, ta.

(Del lat. solĭtus, part. pas. de solēre, soler, acostumbrar).

1. adj. Acostumbrado; que se suele hacer ordinariamente.



Real Academia Española © Todos los derechos reservados



De la imagen: Sí existen... lo certifico.
Dakmar Hernández ®




2007/05/09

Viajar, mirar, leer y narrar




En sus Apuntes autistas (Aguilar, 2007), Alberto Fuguet documenta toda una travesía de viajes, cine, música y rutas literarias en cuatro momentos: viajar, mirar, leer y narrar. Desde su desandar por el mundo con los cinco sentidos dispuestos, comparte ideas como esta:

Cuando leo siento ganas de viajar. De viajar a los lugares que leí.
No todos los escritores escriben sobre lugares reales, se sabe.
Y si bien tienen todo el derecho, me quedo con aquellos que sí lo hacen.
Cuando uno lee una novela que transcurre en un sitio que sí conoce,
el placer aumenta. Uno siente que la entiende mejor.

Aunque el binomio viajar-escribir implique, por supuesto, otras condiciones no muy literarias, y que podríamos desmenuzar después, sería necio desmeritar el tránsito geográfico revestido de ficción o recreación narrativa, aunque nos angustie la incertidumbre sobre la posible recreación o verosimilitud del significante. Un acto de fe, pues... y de ausencia de respuestas, para no sufrir de desengaños, añadiría.

El viaje de Fuguet atesora nombres, melodías, imágenes, diálogos y coordenadas que trascendieron la ficción e integran el mapa turístico de muchas ciudades, así como lugares remotos cuya existencia conocemos, seguramente, gracias al papel, la música o el cine. Podría evocar sin parar, pero creo que en esta obra, y eso es un aspecto realmente meritorio para quien se acerque a los Apuntes..., el lector construye una bitácora singular, compuesta a propósito por los referentes que evoque la lectura, y en quien suscitará unas ganas irrefrenables de armarse de unos cuantos aparejos y viajar, a disfrutar pelis de antaño y a desempolvar más de un CD relegado por ahí.

Esta mañana me encontré con una maravilosa canción del día en el blog de Jordi Miró. Evocadoramente recreo entonces algunos temas a los que de vez en cuando echo mano y canto y río, rememorando espacios, viajes, texturas y reforzando el ánimo adolescente que impulsa a seguir, aún en medio de cualquier revés del destino o una zancadilla. Sin duda, forman parte de mi banda sonora, de alguno de mis tránsitos por esos espacios que se quedan en uno, de esos que celebras encontrar de nuevo en la memoria o, mejor aún, en alguno de los libros que llegan directo y sin escalas a tus manos.

Sea.

El pequeño rock &roll de Quique y Bunbury






Night boat to Cairo, de Madness




I wanna be sedated, Ramones


Tomy the cat, Les Claypool y Primus. O sea, sin comentario.


Esta chica era el amor platónico de algunos amigos a principios de los noventa.



Por mí, pondría todas... Love song, The Cure


Y, para terminar por hoy, uno de mis videos favoritos, que me conecta además con Carnivale, esa increíble serie (de fatum costosísima, luego, breve) que transmitió HBO hace unos meses.
Aquí cuenta, además, el despecho de que (presumiblemente) por un descuido de algún productorcito vernáculo no pudimos disfrutar este año de Placebo (diga aquí su insulto)

Placebo, twenty years





De la imagen: Para Fuguet, recorrer Nueva York es atisbar a lo ofrecen sus salas de cine. En el Angelica film center tuvo la oportunidad de ver Drugstore Cowboy y, cuenta, "quedé mal". Igual experiencia tuve al verla. Sin embargo, vacilarse al W. Burroughs, que participó de la escritura y de la actuación, bien vale el esfuerzo de dejarse amilanar por un film tan duro como el que dirigió Gus Van Sant...

2007/05/04

Pelis de culto para un pequeño cinéfilo


Conversando con un par de amigos sobre los gustos, los hábitos y el imaginario de los más chiquitos de la casa (los tres padres, el mío es el mayor, mientras que los otros dos van por el par de añitos) hacíamos referencia a los "favoritos" de los chamos. Mientras que uno de los papis agradecía fervorosamente la existencia de Discovery kids, el otro diagnosticaba que su chamo hacía zapping en Cartoon network y Jetix. El flaco y yo sonreimos al evocar los "imperdibles" en la vida de Sebastián y contamos sobre la emoción del inminente estreno de la tercera parte de Spiderman.

Tengo la certeza de que la sonrisa frente a este acto de memoria debe ser jungiana, y que existirán crónicas interesantísimas sobre bebés y sus pelis de culto. Con el SEbas hemos soportado, compartido y animado la cercanía a héroes de ficción, a canciones pegajosas, a animaciones re absurdísimas (soportado estoicamente, por cierto). tratando de acercarnos a su mundo de pelis, cartoons, juegos en Red y no dejar de supervisar, de estar atentos, de hablar el mismo lenguaje.

En el rol de los "mayores" los límites son cada vez más borrosos. Confieso que para acercarse al universo de las comiquitas y vacilarse a Los padrinos mágicos, La mansión de la señora Foster o Bob esponja hay que pasar primero por Discovery kids y vacilarse a Barney, Elmo, Zobomafoo, Clifford y Bob construye... sí podemos!!! y sí, terminar cantando todas las cancioncitas y aprendiendo de memoria los horarios y las repeticiones, conociendo discursos y creciendo, hasta poder entender porqué el niño pide de regalo de cumpleaños un par de padrinos mágicos que se llamen Cosmo y Wanda y uno no sabe dónde venden eso.

Al cine

Al mundo de las pelis aterrizó el Sebas como al año y medio. Toy story se convirtió en impelable, lo veía(mos) a todas horas y el cumpleaños número dos llenó su cuarto de toda clase de perolitos alusivos a la 2da. parte. (Confieso que me encantan los marcianitos y su hablar coreando). De allí en adelante Disney atacó de nuevo. Con los clásicos en video, pues evitamos los más melodramáticos y particularmente, reviví y disfruté cantar y compartir a Tin tan en el Libro de la Selva y los Aristogatos, películas de culto que disfruté mientras que por otro lado tuve que calarme algunos bodrios del telemundo infantil...

Con la intención firme del flaco nos aventuramos a entrar a la Sala de Cine. Sebastián ha sido siempre un nené tranquilo, así que una vez que salimos airosos de Buscando a Nemo, la compradera de cotufas y refrescos interminables ocupa un lugar en nuestras agendas.

Sebas entendió rápido la dinámica de los estrenos. Coolers, mousepad, CD-ROM, perolitos. Los Increíbles, Shrek (2), La familia del futuro, Robots, Los cuatro fantásticos, La venganza del Sith. El estreno adquiere carga emotiva y sustantiva. El ritual del cine nos une como cómplices desde hace más de cinco años. Toda una vida cinéfila, sin duda.

Por supuesto que nosotros participamos de todo el cuento de pelis+mercadeo+culto. Sin pretender que el muchachito se convierta en consumidor compulsivo, creo que a los niños hay que celebrarle los espacios donde se sientan felices. Me doy por servida con eso, explicación sencilla que hace quince años me hubiese causado una migraña, seguro.

El más importante de los estrenos es, en nuestro caso, Spiderman. Cuando aún existía Fox kids, Sebas descubrió a los héroes de Marvel, y en especial aquella versión de Spiderman que distaba de la sublimada y Xtreme makeover que lanzó tiempo después Nickelodeon. El flaco y el SEbas se convirtieron en coleccionistas, yo atendí a las exigencias de fashion victim y literalmente Spiderman estaba hasta en la sopa. Y aunque la pausa entre la segunda entrega y la tercera invada el espacio con alusiones a las SIETE generaciones de Power rangers, barajitas de Dragon ball GT y Naruto, dragones, roboraptor, etc; el Sebas, más dateado que nunca, desempolvó juguetes y adminículos, se preparó y emocionó, contó los días y por supuesto, exigió sus entradas para el día del estreno.

Llegamos al cine tempranísisiiimooo, el SEbas se armó de dos máscaras, guantes, muñecos; compramos todos los perolitos de rigor y mientras esperábamos, me enganché a hablar con otras mamás que compartían la misma misión. Así pasaron las horas y como en otras ocasiones, agradeces que sigues conociendo más padres convencidos y los chamos establecen amistades y juegos que se reproducen en otros espacios. Cero prejuicios, cero desconfianza. Se hacen y se sienten amigos desde siempre.

La mirada de SEbas con esta entrega fue distinta. Rió, lloró (¡¡¡¡!!!!!) siguió la historia, luchó contra el sueño de la a ratos monótona y siempre larga proyección: se dedicó a observar atentamente el tránsito y las contradicciones de Parker, se molestó con Mary Jane por un escarceo de despecho, reconoció a Stan Lee en su brevísima intervención (ojo, todos los carajitos entonaron un ¡Ahhhh! de reconocimiento, bicho, hasta me asusté) y sufrió la despedida de uno de los personajes. Estuvo tan involucrado que nos quedamos un ratito después del encendido de las luces para que hablara sobre la película.

El nené que entró a ver la peli no fue el mismo que salió. Con esa voz grave que lo caracteriza y que seduce a mami, maestras, compañeritas, tías, abuelita Aura, amigas de su mamá, féminas todas, soltó: "Los amigos son para siempre, mamá ¿Por eso Harry sí es un amigo de Peter, verdad?"