2007/09/25

La moda también ayuda a vender libros*



No bastan revistas, consejeros, gurús de la moda o arriesgarse el futuro tras el saldo de las tiendas a mitad de año. Al alcance del bolsillo se encuentran clásicos, guías y manuales para el rescate de las féminas que aspiran a convertirse en seductoras con estilo y mucho charme


La industria de la moda se mete en casi todas partes. Incluso en el mundo editorial. La oferta de libros que apelan a la necesidad de hombres y mujeres, pero sobre todo a éstas últimas, de lucir bien y de manera novedosa es un filón nada despreciable, y se reproducen las publicaciones que buscan a quienes desean mudarse en fashion victim. Utilizan anzuelos como descubre, te ayudamos a elegir, te contamos los secretos, revelamos, conoce lo último, etc. Es una receta que no sólo apunta al consumo; a través de la exposición reiterada y sistemática de casos célebres se refuerza la idea de la accesibilidad y de una necesidad casi urgente de armarse de los aparejos volubles y finitos que nos revelan los expertos.

Mientras que por un lado se apuesta por publicitar lo más reciente y se instituye lo novedoso como dictamen, por otra parte se editan obras dedicadas a concebir al estilo como actitud vital que trasciende a la pasarela de temporada. Desde el año 2006 se han reeditado y publicado obras relacionadas con clásicos vinculados, directamente o no, al tema de la moda. Debolsillo apostó por la cuarta edición del clásico Desayuno en Tiffany´s (1950) con un fotograma de la versión fílmica de 1961, dirigida por Blake Edwards.

En la portada, sonríe Autrey Hepburn embuida en la prenda más costosa elaborada para un filme: el vestido negro de Givenchy que lució la actriz y que hace poco se subastó en más de 900 mil dólares. Con esa imagen, un icono del glamour de los 60, Debolsillo apelaba a una lectoría ajena a la tradicional de Capote, usando el gancho de la moda.

Charme y Absolutamente glam, de Javier Vergara Editor-Ediciones B, van por lo mismo: desde distintas perspectivas se atiende a la mujer que exige encontrar el estilo propio fuera del desfile, con la premisa de que lo que se presenta en las pasarelas o a prensa especializada (casi) nunca corresponde a la que vemos en nuestras calles o frente al espejo. Cada uno de estos títulos inscritos en literatura chic apunta a convertirse en manual de ayuda para el público femenino que busca construir su sello, consolidar su estilo y recrearse en páginas concebidas para consentir a aquellas féminas que, cansadas de sentirse mujeres convencionales, apuestan por diferenciarse.


Emulando a Holly


El vestido negro es un aliado sin discusión aparente ni prescripción facultativa. Aunque la historia oficial del diseño ubique su origen en el taller de Coco, durante el año 1926, este hijo legítimo de la Chanel, conocido como el “Ford de la moda, debido a su elegante y esbelta línea” inspiró a otros grandes diseñadores como Dior y Givenchy, creando una impronta de seducción y belleza en una lista de actrices que iban desde Vivien Leigh, Martha Graham, Elsa Schiaparelli, Jean Harlow, Greta Garbo, Betty Boop, Joan Crawford, Rita Hayworth y Marilyn Monroe hasta Jayne Mansfield y una húmeda y sensual Anita Eckberg inmersa en la majestuosa y popular fontana di Trevi en el filme La dolce vita.

Le tocará a la actriz Audrey Hepburn convertir el vestidito negro en un clásico. Compartiendo espacio con los créditos que abren Breakfast at Tiffany´s, la actriz baja de un taxi que se detiene en la quinta avenida y camina de manera somnolienta mientras que unas dulcísimas y nostálgicas notas del tema “Moon river” acuden a la luz de una mañana aún nebulosa. Tras algunos pasos, se detiene frente a las vitrinas de la joyería Tiffany de la calle 57 y saca de una bolsa de papel lo que parece ser su desayuno. Con esta secuencia la actriz se convirtió en súmmum de la elegancia y la sobriedad, del buen gusto y estilo.

Holly Golihgtly, nombre del personaje central de la obra de Capote, no es sino el alter ego de Marilyn Monroe, gran amiga del autor de A sangre fría, cuando era una desarraigada Lulamae Barnes que se alejó del campo como una Madame Bovary irredenta para hacerse de una vida digna y famosa en la gran ciudad. Holly cuenta con su encanto, con un estilo propio que la hace distinguirse del resto y ser reconocida hasta en la prensa como actriz, starlet hollywoodense o joven del gran mundo. Y aunque la Holly de Capote desaparece de su calle suscitando rumores y mitos urbanos que la ubican posiblemente en Tococul, o como cazafortunas en Río de Janeiro, esta “chica bien” dista en algunas acciones de la espigada y enamoradiza Holly del filme, la versión más conocida, digerible y socialmente aceptada del personaje. Se cuenta que en alguna ocasión el propio autor deseó que fuera Marilyn y no Audrey quien representara el papel de esta heroína con moral natural y corazón a prueba de balas. No obstante, el rostro estilizado de la fresca y hermosa Hepburn trascendió hasta convertirse en el icono de la mujer que se reconoce bella, seductora y libre: la miss Golihgtly, viajera, la que se define como una farsante auténtica.

Pareciera que estos elementos nacidos de la literatura y llevados al cine aparecen transversalmente en todo cuanto se escribe sobre glamour y tendencias. De una u otra manera siempre se vuelve a Audrey, al vestido o a la secuencia inicial del filme Breakfast at Tiffany´s como indicios recurrentes de una historia que si bien es contemporánea, se venera como a un clásico no sólo en la historia de la imagen, sino en la historia del fashion: un Olimpo con mucho estilo al que no todos pueden acceder.


Las no reglas de la seducción


Cinzia Felicetti es periodista y ex directora de la revista Cosmopolitan, la Biblia comercial sobre comportamiento femenino y catálogo de consumo que desde los años 70 ha orientado las preferencias, sonrojado o sorprendido a más de una lectora con comentarios explícitos sobre sexo, pareja, fetiches o imaginería femenina y masculina. Aficionada a la música y a la historia, escogió diez imprescindibles del vestuario sobre los cuales construyó Absolutamente glam: el vestidito negro, el tacón de aguja, el trench, la blusa blanca, el bolso, el jersey de cachemir, el collar de perlas, los vaqueros, la t-shirt y la barra de labios. Tras cada pieza seleccionada, Felicetti arma el certificado de nacimiento y el pedigree de la prenda; presenta un recorrido mitológico por el uso, acude a fuentes acreditadas y tras un sinfín de anécdotas e historias, plantea varias secciones donde aconseja qué comprar, cómo llevar, que no se debe hacer, qué tomar, la banda sonora, la pareja ideal para apreciar y compartir la pieza y qué bebidas son acordes al uso. Por ello, si bien la barra de labios es el cosmético más apreciado e imprescindible, los jeans gastados van bien solo si tienes al lado a un acompañante como Johny Deep. Con un collar de perlas, no obstante, cambia todo: la bebida sólo puede ser champán y la música admite sólo a divas certificadas como Prince o Norah Jones.

Charme, secretos de una seductora (casi) irresistible es un título que puede resultar atractivo sin necesidad de adjetivos. Para su autora, Patricia Gucci, cualquier persona, incluso una aparentemente torpe, puede seducir sin remedio: convertir su encanto, su charme, en una opción triunfadora. De allí que la premisa del libro sea que no existen reglas para la seducción. La primera regla es que no hay reglas.

Charme está dividido en tres partes: en la primera encontraremos la preparación necesaria para la seducción, algunas claves para seducir con la sencillez de un ajustado vestidito negro (de nuevo) muy sexy, perlas, tacón alto y una fina capa de rojo encendido en los labios. Comprar, más allá de un hábito compulsivo, resulta en esta obra un ejercicio a todas luces liberador. El shopping implica un ejercicio que favorece la autoestima tras su carga de espejos y elecciones de bienestar: toda una sesión terapéutica que produce, casi siempre, placer.

Luego, aparecen las seductoras y los seductores para armar la segunda parte de la obra, los estereotipos y los lugares comunes: el manager, la ama de casa, la celosa posesiva, la famosa, la single, la divorciada y la vegetariana, desde los roles femeninos, y el hombre de uniforme, el playboy, el intelectual, el empresario, el nuevo dandy, el padre single y el gay, desde la fauna masculina.

Finalmente, aparecen en Charme ejemplos de atracción: unos felices, otros no tanto, pero tan reales y disparatados como pudiera imaginarse, tan variopintos como seductores y seductoras hay en el mundo. Consejos sobre proximidad y acercamientos, relaciones entre personas del mismo sexo, cuando creemos encontrar al ángel caído del cielo o cuando la historia terminó sin haber superado la primera cita, los títulos que adornan cada caso bien pueden ilustrar algunas situaciones comunes en esto de buscarse y acecharse. Finalmente, aparece un pequeño capítulo llamado “la sal de la vida está en vuestras manos”: un canto esperanzador de alegría y de carcajada liberadora que nos invita como lectores sapientísimos a no resistirnos a la seducción en pleno que no es otra cosa que la vida en sí misma.

A pesar de la presencia subyacente de la moda, los consejos se articulan en una red de acciones que incluyen actitudes, cuidados y adminículos que revelan una cuidada intención estética. La libertad de quien ejerce el papel de seductor o seductora, similar a la de las heroínas como Holly y su declaración de autonomía amorosa, depende de la existencia de un seducido o seducida. Por ello, tras cada situación aparece un relato como ejemplo para la aplicación de lo que se recomienda buscar o desea evitar: una guía para sortear algunos escollos en el camino para la perfección del arte de la seducción al mejor estilo de un manual de autoayuda.


*Publicado en El librero, número 13. Septiembre, 2007.

1 comentario:

GA dijo...

Hola D, ya lo habí leído en el Librero. Muy divertido y me alegra que tengas estas oportunidades.