2011/06/15

Cuentos de Camionetica

Cuento de Camionetica 7



Que Dios te dé el doble

Los síntomas de la crisis, me digo con la frente arrugada frente al rayo de  luz que baña indecente a la ventana desprovista de papel ahumado. La crisis, el país, la identidad. "Esto no es un país, esto es un clima" sentenció ayer  sabiamente Héctor mientras me mostraba una imagen donde aparecía un ángel.
Los síntomas de la crisis... a ver, pero es que esta crisis ya está más que diagnosticada y prescrita. Me fastidia hasta el tuétano seguir dándole vueltas a este tema omnipresente en mi Timeline vital. Crisis de identidad en un país donde la seguridad no existe ni en nuestro espacio doméstico. "Me quiero ir de aquí" asomó mi chamo al regresar de su reciente viaje por su cumpleaños. A su edad, en mi imaginario jamás existió la posibilidad de pensar en otro país como residencia, es más, creo que ni siquiera pensaba en país como noción más allá del contexto académico y de efemérides que pudiera recordar. El exilio, la crisis, la identidad, la posibilidad...

Las hojas, la carpeta, la pega de barrita... Auch, el portaminas. Sabía que había olvidado algo de última hora en el resumen de materiales escolares que necesita reponer  Sebas. Me espabilo, y se filtra la voz de una señora que está sentada más atrás  y discute por teléfono con quien pareciera ser su hija. Habla tan alto que no es difícil enterarse de la telenovela móvil vespertina y el resumen de la etapa culminante. Ella, la voz cuya cara no veremos en este capítulo, ha descubierto al padre de sus hijos encariñado con una $%&/$· (adjetivos altisonantes) en un cafetín. (Detallazo la locación escogida, además) "¿Qué?, ¿que los encontraste besándose?" La señora se encarga de repetir cada frase como si de subtítulos se tratara aquello. Básicamente le exige que se calle la boca, que no diga nada,  que ella ya sabía que eso iba a pasar y que ahora piensen en lo que tienen que hacer. 
 "No le puedes contar esto a nadie", espeta la mamá que ahora convertida en directora y actriz principal del entuerto. "Si él no te quisiera, ya se habría ido con cualquiera". Plop. Aquello era la receta para un perfecto desastre, como el argumento surrealista de una novela mayamera, ni más ni menos. 
"Por eso es que estamos como estamos", comenta una doñita en el asiento a mi lado, esperando quizá mi dictamen al respecto. Seguramente ella le habla al televisor mientras ve la novela estelar (e insulta a Federico Alberto cuando se va con Chiquinquirá y no con Yuritza). La miro y levanto los hombros; ese gesto me ha salvado la vida muchas veces. Mientras tanto, la señora del 0800-DESASTRE afina el plan de acción y ultima detalles sobre cómo la susodicha va a recuperar al amante distraído por los efluvios de la bicha esa que atenta contra la unidad familiar. "Ella es solo una coincidencia" dice con el mismo tono, intensidad y contexto de "Ella es solo una circunstancia". Me siento culpable, pero me río y me siento culpable. 
Qué guapo el tipo. Atendido al doble y con el esmero de las partes, pienso. Un final feliz para el sujeto de los afectos desmedidos. Bien. Más gritos para reiterarle que no llore y hasta la promesa de montarle un trabajo, otro muchacho, tres barrigas, cualquier cosa que lo amarre. La madre se levanta y entre murmullos incomprensibles se baja de la camioneta. 

La señora a mi lado, molesta, me dice "Es como con Chávez". No señora, no lo haga, le ruego con los ojos. No meta a Chávez también en esto. Es tarde. Muy tarde. No puedo levantar los hombros para salvarme. Miro hacia la ventana y pienso, a tres cuadras para bajarme, que hay gente que conozco que critica con vehemencia a Chávez, y tildan de marginales, tierrúos, monos y arrastrados a quienes les rodean, si son jefes tratan mal y groseramente a sus empleados, o se burlan de sus socios y colegas, si tienen pareja hablan mal de la víctima (delante de quien sea) y lo que es peor, creen que los errores siempre son de los demás. Por lo general son infelices y amargados, aunque se refieran a sí mismos como manantiales de experiencia, bondad y felicidad, e incurren en acciones tan bajas y destructivas como las que le endilgan al que te conté. Cuando una persona utiliza la critica hacia Chávez para sacar a relucir sus altas dosis de odio y resentimiento, y se refiere a los demás con esas mismas palabras del presi, cargadas de rabia y frustración, quisiera regalarles un espejo. 

Últimadamente, chica. Sí, señora. Por eso estamos como estamos. 





2011/06/02

Libros para morderte

La literatura erótica no escapa a la noción del tabú (desde la perspectiva moral y tradicional) o a la mirada purista en términos de géneros literarios o de contenido. Lo que no advertimos es la aceptación (discursiva,como tópico, estereotipo o de significación) de mitos culturales contemporáneos basados en contenidos generados en historias e imágenes con estas características... ¿Has notado la cantidad de veces que has utilizado las palabras Lolita o Garganta profunda para significar alguna situación?
Los manuales eróticos apuestan a satisfacer a una lectoría que acepta la salud sexual como parte integral de su vida. Por otro lado, el catálogo de títulos clásicos de la literatura erótica apuesta a su vigencia y permanencia en los anaqueles. Siempre será un placer volver a títulos consagrados dentro del mundo del placer sensorial y sensual.

Una vitrina virtual mezcla erotismo, literatura, placer y discreción para los lectores: MissToysCCS . Allí  estaré, en un rinconcito sexy, hablando sobre libritos seductores (manuales, literatura, guías y  clásicos, entre otros). Mi primera entrega está a un solo clic. Que la disfrutes y vuelvas a ella de ahora en adelante.  Y si es en compañía, mucho mejor.