2012/05/22

Enrique Bunbury es el Licenciado Cantinas

Revista Ladosis 21

Zaragoza. Pabellón Príncipe Felipe
Barcelona. Club Sant Jordi
20 y 21 de enero de 2012
España


La última vez que Bunbury visitó Caracas fue de la mano del Festival Nuevas Bandas (2002) para presentar su álbum Flamingos. Esta es mi crónica de cómo vi al aragonés errante, diez años después  

El predespacho
Luego de cerrar la exitosa gira de “Las consecuencias” realizada entre abril y agosto  de 2010, Enrique Bunbury se tomó una pausa para disfrutar junto a su compañera -la fotógrafa JoséGirl- del nacimiento de su primera hija, Asia Ortiz.

Durante ese tiempo, Bunbury se dedicó a preparar el material que formaría parte de su más reciente producción: Licenciado Cantinas (2011). Una peculiar mirada a Latinoamérica con  temas y cantantes populares emblemáticos para el músico zaragozano. En el documental Las venas abiertas del Licenciado Cantinas (octubre de 2011), se puede apreciar el trabajo del Bunbury artesano de sonidos y texturas en la intimidad del estudio Sonic Ranch en Texas. Durante meses, el aragonés congregó a la banda que le acompaña, “Los Santos Inocentes” e invitó a músicos de la talla de José Cueto, Leonardo “El Flaco” Jiménez (Ry Codder, Mavericks, Bob Dylan y Rolling Stones, entre otros); David Hidalgo (Los Lobos) y  Charlie Musslewhite (Salón de la Fama del Blues).


Bienvenidos a la cantina
El 20 de enero, a las 19:30 horas, asistí  al primero de los dos conciertos del tour que tuve la oportunidad de presenciar. Este día contaba, además, con la oportunidad de disfrutar del estreno del mediometraje homónimo realizado por Alexis Morante y su productora 700 gramos.  En la entrada del Pabellón Príncipe Felipe, el chico de seguridad sonríe ante mi insólita solicitud de que no rasgue la entrada. Le digo que aquel pedazo de papel lleva implícita una carga emotiva que no podré explicarle. “¿Por qué no lo has visto en Latinoamérica?” me espeta con una franca sonrisa. Buena pregunta para debatir  acerca de la calidad de la producción en este lado, pienso. Sonrío: “Quiero verlo y escucharlo, sin tener que empujar o competir en un coro”.
Decido acercarme lo más que puedo a la tarima. Allí están el micrófono con las calaveras, los instrumentos y la pantalla que proyectará durante casi media hora la historia de la transformación de Enrique Bunbury en el Licenciado Cantinas. Una chica y su hermano me invitan a disfrutar del concierto en la primera fila y en menos de veinte minutos ya nos han entrevistado un par de veces. No hay sobresaltos, ni retraso en la programación. El sonido es impecable. Bunbury cierra los ojos, canta durante más de dos horas y agradece todo lo que puede a la gente que se desborda en aplausos.
Disfrutamos de la ejecución de temas que dibujan un mapa variopinto para homenajear al Sur y sus sonidos. El mar, el cielo y tú, Llévame, Ódiame (Federico Barreto & Rafael Otero López), Licenciado (El Mulato) (Ricardo Ray & Bobby Cruz), El Solitario -Diario de un Borracho- (Alfredo Gutiérrez), Ánimas, que no amanezca (Guadalupe Ramos), El día de mi suerte (Willie Colón & Héctor Lavoe) y Cosas olvidadas (Antonio Rodio & José María Contursi). El aragonés errante también repasa temas de Hellville de Luxe, Las consecuencias, Flamingos y El tiempo de las cerezas. Los aplausos no cesan y los músicos vuelven tres veces al escenario.
En el Salón Sant Jordi, al día siguiente, el panorama será distinto. Barcelona me brinda  una compañía de lujo y memorable.La producción no da la talla, pero allí encontraré a los amigos y compañeros en las distintas facetas del  Enrique poeta, músico y cómplice. Pep Blay, el maravilloso narrador y responsable de la biografía de Enrique Bunbury (RHM, 2007)  que nos visitó durante el pasado Festival de Lectura de Chacao, se encarga de presentarnos a Carlos Ann, Shuarma y Laura Álvarez, con quienes compartiré el resto de la velada.
Me llevo mi  postal de lujo para celebrar al Licenciado Cantinas, un monstruo en tarima con seductoras apuestas artísticas y sonoras. Más tarde, Jennifer Friedwald y Max Manzano serán los primeros en escuchar mis crónicas en el Foxy Bar.