2011/08/26

Cuentos de Camionetica

Cuento de Camionetica 8


Blindado a paso de vencedores

Es nuestro turno de avanzar por el extenso rayado que brinda la posibilidad de guiñarle un ojo al Ávila que luce majestuoso bajo el sol y el cielo despejado. En el segundo cinco del hombre verde que camina en el semáforo electrónico,  una moto reloaded frena de golpe cortando el paso de los peatones que me preceden; un camión blindado que transporta valores, demasiado cerca, no tiene espacio -ni tiempo- para maniobras. Justo detrás de la mole frena una camioneta. Los pasajeros se balancean y el vidrio frontal, el parabrisas completo, con sus avisos y santos, calcomanías y paños de dibujos animados, zapatitos de bebé y peluches, con la mirada de desconcierto del chofer que no sabe a quién echarle la culpa; todo el vidrio se desprende con sus dimensiones panorámicas y estalla en miles de añicos contra el suelo.
El motorizado, colérico, insulta a todos, vuelve a su transporte intacto y arranca. 
El chofer de la camioneta se lleva las manos a la cabeza. Los pasajeros voltean a todos los lados, se preguntan y responden al mismo tiempo, gruñen y gritan en diálogos sordos e inconexos.
En el blindado no pasa nada, nadie se asoma o se pronuncia. Sortea el camino de piedras de vidrio, la estela de avisos y zapatitos de bebés y arranca con grandes ruidos acelerados, como si se una escena de escape se tratara.
Se tranca la Francisco de Miranda, se confunden los semáforos, se paran los curiosos. El caos retoma su lugar privilegiado en la ciudad.