
Hay días en que todo son buenas noticias: reencuentros, regalos, sorpresas, logros, proyectos que se inician, otros que se consolidan. Uno anda tan pletórico y entusiasta que entonces hasta deja de escribir. Perdón por la ausencia...
Ando leyendo algunos libros, algunos para reseñas, otros por mera recreación, pues son lecturas que conozco y disfruto. También conseguí una copia maravillosa del Drácula de Coppola (oh, qué feliz soy) y otra de Metrópolis, uno de mis clásicos favoritos. No obstante, ando en una de banda sonora mientras trabajo y trato, infructuosamente, de ordenar algunas cosas, como los recién llegados a la biblioteca, la palm o los estantes de la cocina. Estoy feliz. Que esperen los estantes.
Yo ¿amo? a Miguel
Me descubrí cantando más canciones de las que creía conocer. El trayecto dominical a casa de mi suegra pasa por sortear algunos obstáculos, como que esté cerrada la Francisco de Miranda a punta de bailoterapia o que aún no se pueda transitar por la Cota. La música en ocasiones genera algún juego que nos ayude a pasar el rato. Uno de esos domingos calurosos y soleados donde apenas se avizora en el horizonte la borrosa entrada a la Libertador recordaba de manera impecable, para sorpresa de los flaquitos, los pasos de "Bandido" y aquella chica que bailaba con un pañuelo y tó.



En su site no aparece Venezuela como destino de celebración para los treinta años. Me comentaba acertadamente alguien que es mejor no ver a la gente después de cierto tiempo, so pena de sufrir una desilusión: "No todo el mundo es Madonna" remató. He visto algunas escenas de sus conciertos y no creo lo mismo. Ayer, mientras escuchaba a la princesa Selena Minimoy pensé: ¿Será?
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