
Caracas no es una ciudad para peatones. Conozco gente que enumera a sus ciudades favoritas de acuerdo a la posibilidad de traslado a pie que pueda realizar; sin contar con aquello de recorrerse grandes distancias de madrugada codo a codo con gentes que sólo quieren pasarla bien, sin el peligro latente a cada paso. Cada viaje al exterior suma a la bitácora suspiros por lo que no encuentro de Maiquetía para acá. Recuerdo cuando Peter (handsome boy!) me mostró sus "piecitos" sucios, indignado y sorprendido de cómo un montón de chicas se atrevían a andar encholadas por una ciudad tan sucia como la nuestra. Y eso que no vio la temporada otoño-invierno en las pasarelas del CSI.

No es sino hasta la segunda avenida dirección Norte, siempre hacia arriba, hacia la piscina más alta de Los Palos Grandes (en la que dos veces a la semana mi hijito patalea hasta quedar sin aliento) que caigo en cuenta que abandonamos la textura de las aceras despejadas y recién remozadas que circundan mi edificio y que puede que no resulte dulce ni grato maniobrar con Andrea (mi bebé de dos meses) aferrada al coche y con Sebastián (mi hijo de ocho años) en modo "Naruto", repartiendo patadas y jutsus por todos lados.Imagen: Marcel Cifuentes.
Cuando comienza el segundo acto de cargar y descargar el coche y de pedirle a mi hijo que vaya adelante –nunca detrás que no te veo, por favor–, me prometo liberar a mi bebita de la suerte de trono hindú –nada ligero– en que he transformado su transporte, en principio cómodo y liviano. Definitivamente ahora no necesita tanto librito, muñequito, mordedera, móvil y perolitos que danzan acompasados ante cada subir y bajar de aceras.
Creo que comenzaré a jugar a esquivar obstáculos. Quizá, así consiga sobrellevar el hecho de que hacia la segunda avenida y más allá (sin aliento y lengua afuera, aferrada al coche con puños cerrados, lejíiisimoos de parecer una mamá grácil y moderna) algunos carros ocupan las aceras o se vuelven insensibles ante nuestro paso por el rayado. Las camionetas frente a los locales nos obligan a caminar por la vía, mientras yo deseo con toda mi alma maternal de segundo debut que aparezca un policía y les forre toda la carrocería con calcomanías que no puedan despegar más nunca. Sí, que paguen el hecho de tener que lanzarme a la calle a recibir miradas de odio de transeúntes y cornetazos de conductores o soportar, peor aún, que la gente que me "da paso" se atreva, –oh, cuánto horror–, a agarrarle las manitos a mi bebita. ¿Por qué, digo yo, la gente se empeña en agarrarle las manos a los bebés? ¿No saben, acaso, que esas manos van directo y sin escalas a la boca? Hay personas, a nuestro paso, que pasean y sonríen. Cuando pienso en las rutas terroríficas de otras latitudes caraqueñas, suspiro, lo confieso, aliviada.
5 comentarios:
Me parece maravilloso y muy real el "walking" caraqueno! Lo vivi con Peter y nuestras flip-flops.
Me imagino a Dakmar con el coche (tipo retrovisor de camionetica) con tantos perolitos para distraer a mi hermosa prima.
Si tu fueras mas grande, el coche seria como el autobus que te lleva a Choroni y la carretera como las aceras de Ccs?
Alejandro Allueva
What is CSI?
Surely not the program!
Peter
Peter!
Welcome sweety!
The CSI it´s another deadly boring mall, darling. Centro San Ignacio=CSI
XD!
XOXO
Ale
Espero que tu prima nos llevé a Choroní o mínimo a pasear por Da(g)kmar terrace.
Luv to you both
D.
Dak:
En mi blog hago un listado de publicaciones venezolanas que a mi juicio pueden haber sido referencia de algún tipo. Pásate por allí a ver que te parecen y cual incorporarías. Es que me parece insólito que Diego Rotman pueda hacer un listado de publicaciones argentinas que llegue a 50 y uno pariendo para llegar a 20.
Qué maravilla de invitación! me encanta!!
deja que termino mi job (a lo Mucha) y me arranco para allá.
Besito
Publicar un comentario