2020/09/03

Latinoamérica es grande: Los Prisioneros y su impacto internacional

Esta semana tuve la oportunidad  -el privilegio, vamos- de formar parte de la primera charla del ciclo de encuentros dedicado a la banda chilena de rock Los Prisioneros, a propósito de la publicación y premiación del libro de Cristóbal González, músico, mánager, escritor y melómano entusiasta recientemente reconocido con el Premio Pulsar a la Mejor Publicación Musical Literaria: Latinoamérica es grande. La ruta internacional de Los Prisioneros. La convocatoria fue gracias a Libros y Bibliotecas, Santiago Ander Editorial y el propio autor. 

En este libro, el autor recoge de manera cuidadosa y con detalles la repercusión e impacto mediático del paso del trío chileno por Latinoamérica. Este es el tercer libro de Cristóbal, y sin duda, el resultado del trabajo y dedicación a rescatar la memoria de uno de los grupos necesarios para entender la música latinoamericana de los años 80 y 90. 

Portada: César Vallejos

González no solo logra reivindicar el éxito y la influencia de la banda más importante del rock de su natal Chile; también enaltece y saca de la sombra a un capitulo de nuestra música  escondido bajo el peso de una de las dictaduras más cruentas y silenciosas de nuestra historia como continente. 

Para quienes vivimos la oportunidad de ver a Los Prisioneros en vivo, la lectura de tantas vivencias sirvieron de puente para erizar la piel, permitir que el imaginario se dejara invadir de anécdotas, compartir puntos de vista, crónicas anónimas, nostalgia y alegría. El encuentro de relevantes personalidades del mundo musical y artístico, del management musical, periodístico y literario al que nos convocó Cristóbal, convirtió este ameno encuentro en una cita inolvidable. 

Como bien señalaba Darcy Ribeiro, los latinoamericanos somos siameses, pero no nos miramos de frente. Nos unen más similitudes que diferencias, sin duda. En al año 91, para mí, una venezolana que cursaba su primer año en la universidad, Chile lucía como un destino lejano, con una situación política imposible de duplicar, con ecos de una situación tan particular como complicada y con todo el peso del silencio propio de una dictadura militar. Serían los discos de Los Prisioneros, Víctor Jara, Violeta Parra, junto con los libros de Isabel Allende, que me abrirían los ojos ante el horror vivido. 

Nueve años después, también Venezuela se sometería al peso de la bota del "gendarme necesario", como señaló una vez Laureano Vallenilla Lanz. Pero esta es otra historia que, a la fecha, no cuenta con rock de protesta; muy al contrario de nuestras más recientes obras literarias, plenas en denuncia frente a una de las "dictaduras democráticas" más longevas de nuestro continente. 

Latinoamérica es grande, nos invita no solo a recorrer nuevamente cada uno de los países que visitó la banda durante su mayor apogeo en la escena; este es un testimonio de quienes fuimos, una vuelta a los escenarios donde podía ocurrir de todo: desde la malcriadez de un cantante que podía torcer el headline de un festival o la lluvia arruinando cualquier intento de corear esa canción tan anhelada. 

Yo volví a mis 18, con mi camisa de cuadros grunge, mis shorts de jeans y botas. Con el pecho cansado de corear a los grandes de ese momento. Feliz de ver a Os Paralamas Do Sucesso, Los Lobos, Los Rodríguez, Soda Stéreo, Sentimiento Muerto, Fito Páez, La Unión, Desorden Público, Miguel Ríos... ¡Los Prisioneros! Después de pasar tres años esperando, desde aquella vez que me sacudió el piso la rabia de un joven, sus letras inteligentes, la desfachatez de quien repetía sin cesar "Maldito sudaca". 

Gracias, mi adorado Cris. 




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